Un rescate milagroso narrado con los requisitos de las coproducciones
Estructurada en los días en que los 33 mineros de Copiapó estuvieron atrapados a la espera de su rescate, la película aprovecha al comienzo los resortes del cine catástrofe mezclados con el drama personal y el suspenso. El film tiene puntos flojos y buenos momentos.
La directora mexicana Patricia Riggen -La misma luna- fue la encargada de trasladar a la pantalla grande esta historia real ocurrida en el 2010 y que mantuvo en vilo al mundo entero hasta su feliz desenlace. Este film es una coproducción entre Estados Unidos, Chile y Colombia, lo que a priori tiene sus exigencias en cuanto a la manera de contar la historia y en idioma inglés, separando al público de la autenticidad que exigía el relato.
Estructurada en los días en que los 33 mineros de Copiapó estuvieron atrapados a la espera de su rescate, la película aprovecha al comienzo los resortes del cine catástrofe mezclados con el drama personal y el suspenso, y es fiel a los hechos ocurridos hace cinco años. La acción del film pivotea entre la oscuridad del refugio donde la supervivencia y la falta de alimentos genera tensión entre las víctimas y la bulliciosa espera de los familiares en la superficie.
Resulta extraña la mezcla de actores de tantas nacionalidades: Juliette Binoche vende empanadas y espera el regreso de su hermano; Bob Gunton es el Presidente chileno Sebastián Piñera; Rodrigo Santoro da vida al Ministro de Minería y Lou Diamond Phillips es Don Lucho, el jefe de los infortunados. En el medio Antonio Banderas, convertido en Mario Sepúlveda, es el líder de "los 33", quien administra el alimento y trata a toda costa de mantener el equilibrio y la esperanza del grupo.
La irrupción del taladro en esa trampa mortal encuentra un buen momento de tensión y la realizadora elige el tono festivo y onírico para una cena imaginaria que tienen los mineros con cada uno de sus afectos. El alcohólico y desesperanzado, el chico boliviano que tiene su primer día de trabajo, el hombre al que esperan su amante y su mujer -Adriana Barraza-, que de no haber sido cierto sería inverosímil, son algunos de los estereotipos sobre los que se construye una historia que apela a la emoción.
La música del desaparecido James Horner se mezcla con ritmos folklóricos y cantos populares en esta película que tiene lo mejor y lo más flojo del género pero que sostiene el interés a lo largo de casi dos horas. En el final se verá a los verdaderos protagonistas de la historia.