Mucho más pequeña que la realidad
La producción hollywoodense del padecer y el rescate de los 33 mineros chilenos que estuvieron 69 días bajo tierra apenas parece una pálida ilustración de los hechos reales.
Los 33 era película desde el momento en el cual los 33 mineros fueron rescatados en Chile. Con esa inocencia propia de los que no saben de cine, muchos decían ¡Esto es para una película! Y con el ojo puesto en la repercusión mundial del caso otros creyeron que tal vez podían tener en sus manos un éxito comercial asegurado. Es posible que ninguna de las dos cosas haya sido realmente una buena idea. No todo es soplar y hacer botellas en el mundo de las películas basadas en hechos reales. Pero es que en aquel momento los más de dos meses que ellos pasaron a más de 700 mts. bajo tierra eran una historia que mantuvo en vilo al planeta y el rescate fue récord de audiencia. Las producciones alrededor de este evento se aceleraron y en el mismo 2010 se realizó el primer film. Para llegar a esta nueva película hubo que esperar más, pero la espera no valió la pena, porque no hay nada en la película que pueda compararse con la grandeza de la historia en la que se inspira. No es lo más importante, y no debería distraernos, el inglés raro que el elenco internacional utiliza. Siendo una producción que quiere venderse en todo el mundo no es raro que se elija ese idioma. Esto genera un ilimitado número de matices, ya que para muchos o el castellano o el inglés no es su idioma original, y todo se mezcla un poco. Pero lo que parecía una historia imposible de arruinar, era obvio que si la producción no buscaba una vuelta de tuerca, podía transformarse en la pálida ilustración de una historia verdadera.
Antonio Banderas pone emoción, como casi siempre, en exceso, pero pone pasión. Juliette Binoche es la más perjudicada en su afán de hacer un papel que no tiene nada que ver con ella y que termina causando más sonrisas que emociones por lo mal elegida –a último momento, además- en el casting. Como en los telefilms, la posibilidad de emoción depende exclusivamente de un esfuerzo por parte de los espectadores, que deberán pasar por alto los lugares comunes y los momentos un poco cursis de poesía cinematográfica. No hay que condenar tampoco las libertades que se toma el guión ni las simplificaciones, esto era inevitable. La historia de los 33 mineros creo que por ahora es mejor material para un documental que para un film de ficción. Y si en algún momento llega a ser una buena película de ficción, dependerá exclusivamente de que alguien logre darle vuelo cinematográfico.