Cuatro no tan fantásticos
Tal como ya ocurrió con El Hombre Araña, Batman, Superman y tantas otras franquicias, Fox también apeló con Los cuatro fantásticos al "borrón y cuenta nueva" con la idea de reiniciar con un elenco más joven una de las tantas sagas basadas en personajes surgidos de las historietas de Marvel. El resultado, esta vez, es a todas luces decepcionante.
Josh Trank, que venía de realizar la exitosa Poder sin límites, fue contratado como coguionista y director de este reciclaje, pero aquí no alcanza jamás el nivel de provocación, desparpajo, creatividad y humor negro de su ópera prima. Más allá de algunas secuencias de acción y del despliegue de efectos visuales, esta nueva versión de Los cuatro fantásticos no trasciende casi nunca una sumisión absoluta a las fórmulas más elementales, una narración que no crece y se despliega casi por inercia, y una medianía que -en el terreno de los superhéroes- resulta no sólo preocupante, sino alarmante.
El prólogo narra la historia de dos niños unidos en 2007 por la curiosidad, las ganas de probar sus invenciones (nada menos que una máquina para teletransportarse), pero también por la burla de sus profesores, de sus compañeros y de sus familias disfuncionales. Siete años más tarde, en medio de una feria de ciencias de la secundaria, Reed Richards (Miles Teller) y Ben Grimm (Jamie Bell) son descubiertos por el Dr. Franklin Storm (Reg E. Cathey) y convocados para que trabajen en el prestigioso Instituto Baxter. Allí, claro, conocerán a Sue Storm (Kate Mara), a Johnny Storm (Michael B. Jordan) y al futuro malvado Victor von Doom (Toby Kebbell). Las accidentadas misiones que emprenden los protagonistas en sus viajes a otras dimensiones los transformarán en los personajes que muchos fans de los cómics y las películas ya conocen. La descripción de los orígenes de las cuatro criaturas es apenas discreta. La segunda parte, cuando debe desarrollar un film de superhéroes con todas las letras, ni siquiera llega a eso.