Entretenimiento y, también, buen cine
La historia de la génesis de “Los 4 Fantásticos” está muy bien filmada, con especial imaginación y originalidad para algunos detalles de la dirección de arte y los efectos especiales.
Todas las películas sobre personajes de Marvel -y a esta altura ya casi siempre hay una por mes-, la gran cualidad de la nueva "Los 4 Fantásticos" es la seriedad con la que se toma la historia de estos cuatro jóvenes mutados luego de ser expuestos a la energía de un fallido viaje a otra dimensión.
De hecho, casi se podría decir que el director Josh Trank se toma todo el asunto demasiado en serio, lo que no está nada mal por el rigor narrativo que exhibe en la primera mitad del film, que confluye hacia el viaje a otra dimensión, aunque le quita algo de diversión a las posibilidades de la acción sobrenatural una vez que los protagonistas ya han adquirido sus superpoderes. El film comienza con un prólogo muy anterior a los hechos conocidos, cuando el futuro hombre elástico es un chico, que en el colegio, cuando el profesor le pregunta qué quiere hacer cuando sea grande, le explica que va a inventar la teletransportación. El pequeño Reed Richards encuentra un inesperado aliado en un compañerito que vive al lado de un desarmadero de chatarra, es decir Ben Grimm, el futuro gigantón llamado The Thing. El tiempo pasa y, ya de adolescentes, en una feria de ciencias, los dos chicos siguen metidos en el tema de la teletransportación, lo que llama la atención de un científico dedicado a ese tópico, nada menos que el padre de los dos Fantásticos Johnny y Sue Storm.
La película crece hasta su mejor y grandiosa escena del desembarco de los jóvenes científicos en el llamado Planeta Cero, una tierra extraña de otra dimensión. La escena es formidable, maravillosa y aterradora y, lamentablemente, es un climax que no se repite en una película demasiado contenida, que a nivel argumental, es prácticamente lo opuesto de la segunda parte de "The Avengers", que intentaba contar demasiadas cosas a la vez, mientras que ésta se limita a narrar minuciosamente el surgimiento de estos héroes que recién asumen su verdadera identidad en la última escena.
La película está muy bien filmada, con especial imaginación y originalidad para algunos detalles de la dirección de arte y los efectos especiales. Las actuaciones, correctas, no son precisamente el fuerte del film. En cambio, el trabajo de montaje combinado con el antológico score musical de Marco Beltrami y Phillip Glass (todo un lujo para Marvel) consigue que el director ofrezca momentos de auténtico buen cine.