Fórmula catódica.
El arranque de este reboot de Los 4 Fantásticos promete direccionarse hacia nuevos rumbos, en comparación con las dos películas anteriores de estos personajes de la factoría Marvel. La amistad, la adolescencia curiosa y las ideas sobre cambiar el mundo parecen conformar un cóctel narrativo, pero el director Josh Trank (Poder sin Límites) nivela para abajo al encapsular la historia de Reed (Miles Teller, de Whiplash), un estudiante de último año de secundaria reclutado por una organización científica luego de que, en una feria de ciencias escolar, parece haber esbozado una máquina que transporta materia a otra dimensión. En ese lugar hace pareja de investigación con Sue (Kate Mara), a los que se les suman un joven científico de cierto prontuario rebelde, Victor Van Doom (Toby Kebbell) y Johnny Storm (Michael B. Jordan), el hijo del Dr. Storm, el líder de esta ambiciosa empresa que tiene -por supuesto, dentro del esquema hollywoodense- intereses militares.
A diferencia de otras películas de superhéroes que trabajan una “foja cero” de la historia, en este intento de Fox por revitalizar una de las sagas de comics superheroicos se presenta un grado cero demasiado arraigado a las convenciones televisivas de estos tiempos (ver las transposiciones de DC como Flash o Arrow, incluso Daredevil de la propia Marvel), que estiran la cocción de sus personajes; es decir, se hace foco en las transformaciones de hombres y mujeres ordinarios en superhéroes. En esta oportunidad, la fórmula no funciona por abusar de los procedimientos fotográficos de la TV en el uso de los planos y por presentar diálogos más preocupados por la transmisión de datos para el espectador más desprevenido que por hilar dramáticamente una historia. Ni siquiera se genera una simbiosis entre Miles Teller y Kate Mara, una apuesta previa en función de la cual se podía aspirar a una renovación, esta vez efectiva, de esta franquicia.
Mientras que en Poder sin Límites el director Josh Trank jugaba a mostrar a sus personajes en un mundo que les era ajeno, acá sus criaturas son las que parecen distanciarse de él, como si fueran más una propiedad del estudio que produce la película. Así es que este reboot destila demasiada lógica y poca inventiva, la cual apenas se asoma hacia el final, y deja entrever que podría haberse tratado, al menos, de una buena película clase B. Un intento fallido parado en medio de la calle, un verdadero híbrido que peca de claridad ideológica, en términos cinematográficos. La sensación final es de haber visto un trailer de noventa minutos o un piloto de una serie, un verdadero llamado de atención para el cine ya que la invasión catódica de superhéroes puede haber comenzado con esta película.