Ni súper, ni héroes, ni nada
Hay apenas dos ideas que funcionan en este reboot innecesario -vistos los resultados- de Los 4 fantásticos. Primero, un prólogo con una fuerte impronta “spilberguiana”, con dos de los protagonistas en su infancia de suburbios, involucrados en un experimento científico algo ridículo. El tono es el adecuado, hay humor y cierto aire nostálgico en las imágenes. Y luego, mucho más adelante en el film, la presencia de un villano irascible, con una forma bastante particular de eliminar a sus víctimas (y especialmente violenta para los cánones de estas películas de superhéroes), que puede relacionarse sin problemas con la anterior -e infinitamente mejor- película del director Josh Trank: Poder sin límites. Pero lo que allí era el clímax de una construcción de personaje perfecta, aquí aparece como un recurso de última mano, para insuflarle algo de vida a este producto llamativamente anémico.
Evidentemente Los 4 fantásticos no tienen suerte en su traslación al cine. Si bien personajes de Marvel, los derechos pertenecen a Fox, y la productora no ha podido encarar con acierto la experiencia de este cuarteto con poderes algo Clase B como el de estirarse o convertirse en una roca. Sin embargo, y más allá de que las anteriores dos películas (2005 y 2007) fueron muy castigadas por la crítica, creo que en ellas había una apuesta deliberadamente pop, infantil y hasta demodé, que sin ser una maravilla al menos defendían con orgullo sus ambiciones de segunda línea. No buscaban lo trascendente, gran dilema del género, sino más bien la aventura casi de dibujito animado (la segunda se ponía un poco más oscura y mejoraba con el personaje de Silver surfer). En eso, terminaban siendo muy superiores a esta nueva producción, que por el camino de la seriedad queda más ridícula: porque sigue siendo Clase B, pero sus intenciones son evidentemente más amplias. Salvo en la última escena, donde un poco se hace cargo de esa cosa más chapucera que la historia de base pide a gritos: es una historia de grupo, de diferentes que terminan unidos por su “rareza”, de descastados del sistema que buscan divertirse con sus poderes. Nada de eso se ve aquí.
Decíamos que hay apenas dos ideas interesantes, pero ninguna de las dos toman cuerpo (el prólogo no alcanza para construir el vínculo entre el hombre elástico y la mole; y la violencia del villano es apenas un efectismo no demasiado desarrollado) para hacer sistema, son apenas pasajes perdidos dentro de un film que tiene como mayor acierto el de no estirarse irremediablemente. Fundamentalmente Los 4 fantásticos es una película con problemas de guión y de estructura, y lo curioso es que no se debe a pereza creativa sino a una decisión explícita (hay calculadas elipsis temporales, por ejemplo): el film de Trank narra en poco más de hora y media aquello que en las películas de superhéroes suele ocupar su primera media hora: presentación de personajes, evento que produce la adquisición de un poder, aparición del villano y explicación de su plan malévolo. Por el contrario, Los 4 fantásticos dilata todo esto, se constituye de esos mismos giros, pero a lo largo del relato. Por ejemplo, el villano recién aparece cuando queda media hora. Esto, que por un lado permite observar una relectura del género y una disposición -si se quiere- arriesgada de los elementos habituales, termina siendo en la práctica un error absoluto, porque es desconcertante en el mal sentido y porque el resultado final es el de un borrador algo tedioso: uno espera que haya algo después de los créditos porque si no, no se entiende (por ejemplo, no hay plan malévolo, toda la película es el experimento científico que sale mal). Si la película no aburre es porque, precisamente, estamos esperando esos giros que no llegan, y la espera opera como una extraña forma de elipsis.
Es curioso lo fallido que resulta todo esto, porque Trank había trabajado con acierto -y más- los tópicos de adolescentes y superhéroes en Poder sin límites, los mismos elementos de los que se nutre y con los que se atraganta esta superproducción sin alma. Lo que en aquella era un atractivo y oscuro abordaje del género para reflexionar sobre la adolescencia y sus miedos en un mundo contemporáneo y en extremo vanidoso, que encima sostenía con inteligencia el recurso gastado de la cámara en mano, aquí está totalmente imposibilitada de reflexionar sobre nada. Sus jóvenes mal delineados son intrascendentes, los conflictos carecen de interés y los vínculos impiden que uno se emocione o sufra por el destino de los héroes. Los 4 fantásticos es una película totalmente descartable.