Quentin Tarantino es uno de esos directores diferentes. Desde Reservoir Dogs en 1992, Tarantino nos ha presentado increíbles películas, con increíbles guiones, diferentes del resto, y ha sabido diferenciarse de la manada de directores normales para convertirse en uno de los grandes que serán recordados y estudiados por muchas generaciones de cinéfilos. ¿Cómo lo consiguió? Escribiendo guiones diferentes y complejos, usando todo lo que le gustaba del spaghetti western y aplicándolo en lugares donde otros no se animaban a hacerlo, mostrando sangre y tripas con una dosis de humor. Los 8 más odiados es un poco de eso… o tal vez demasiado de eso.
Ideada originalmente como una secuela para Django (2012), la historia está ambientada en las desoladas y frías montañas de Wyoming, poco tiempo después de la guerra civil estadounidense. El cazador de recompensas John Ruth (Kurt Russell) lleva a la fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh) a Red Rock, a manos de la justicia. Sin embargo, su viaje se ve interrumpido por otro cazador de recompensas, el infame Marquis Warren (Samuel L. Jackson), y por un hombre que dice ser el nuevo sheriff de Red Rock (Walton Goggins). Ellos han quedado varados en diferentes tramos del camino al pueblo y necesitan transporte. Atrapados en una tormenta, deciden buscar refugio en una cabaña de paso, donde se encontrarán con varios personajes misteriosos como Bob (Demián Bichir), Joe Gage (Michael Madsen), el general Sanford Smithers (Bruce Dern) y el verdugo Oswaldo Mobray (Tim Roth). Mientras la tormenta azota a la cabaña, pronto se darán cuenta de que uno de los personajes no es quién dice ser, y que tal vez no todos lleguen vivos a Red Rock.
Con una duración de casi tres horas, Tarantino presenta una nueva película donde parece que de a poco se le han ido acabando las ideas. Todos los elementos presentados en esta película ya los ha utilizado antes y no tiene miedo de abusar de ellos una vez más, como las largas conversaciones (que en este caso se prolongan demasiado en la presentación de los personajes y se tornan repetitivas), el conflicto encerrado entre cuatro paredes, el personaje que no es quién dice ser, y las aperturas eternas de los créditos. No esperaba una reinvención de Quentin Tarantino, pero sí que hiciera algo diferente con su elementos característicos. En el elenco reaparecen algunas caras que hace mucho no veíamos en la gran pantalla (como Michael Madsen), y me parece que la actuación y el casting está en un muy nivel en esta película. A pesar de lo anterior, la película es llevadera y se sostiene por sí misma. Es un drama pero tiene muchos toques de comedia, un desenlace con mucho gore y sangre (que muchos esperamos siempre en las películas de Tarantino), y elementos de sorpresa que distienden diferentes situaciones.
Esta película también significaba el retorno de Ennio Morricone al género del western, sin embargo a mi parecer, está desperdiciado su talento, y la banda sonora no se acerca ni un ápice a la memorable de Kill Bill Vol I y II o de Pulp Fiction.
Puntaje: 6 -En esta ocasión, Tarantino peca por su ego. Realiza una película “bonita” en términos cinematográficos, pero su guión no logra convencer del todo y su historia se termina perdiendo en lo que alguna vez fue uno de sus mejores atributos: las largas conversaciones, diálogos y monólogos.