Tarantino vuelve y revisita su propia obra
Este jueves llega a los cines argentinos uno de los eventos cinematográficos del año (que en realidad es de 2015, pero bueno): "Los 8 Más Odiados", la nueva película de Quentin Tarantino. Y lo es, justamente, por llevar la firma de su director y guionista, uno de los pocos autores con todas las letras que mantienen su vigencia y nivel en Hollywood, algo para nada fácil de lograr.
Para este octavo film (y, posiblemente, su antepenúltimo, teniendo en cuenta que anunció varias veces que tras su décima película se retirará), el bueno de Quentin vuelve a sumergirnos en un escenario de otra época, como lo hizo en sus últimas películas ("Django Sin Cadenas" y "Bastardos Sin Gloria") y a diferencia de sus primeras, urbanas y contemporáneas, con los que saltó a la fama.
En esta ocasión, la historia transcurre varios años después de la Guerra de Secesión en Estados Unidos, durante una dura tormenta de nieve en Wyoming. En este contexto, un grupo de personas (los "8" a los que hace referencia el título más uno) se resguardan en una posada, esperando que el mal clima pase para continuar con su viaje. Pero claro, no son personas cualquiera: tenemos a un caza-recompensas (Kurt Russell) y a su prisionera, pistolera y asesina (Jennifer Jason Leigh, en un gran papel); a otro caza-recompensa, ex esclavo y ex soldado de las tropas del Norte (Samuel L. Jackson); a un rebelde confederado y nuevo sheriff de un pueblo (Walton Goggins); a un verdugo inglés y muy educado (Tim Roth), a un sereno y misterioso cowboy (Michael Madsen); a un anciano, ex general de los confederados (Bruce Dern); a un conductor de diligencia (James Parks) ; y al encargado del lugar, un mexicano con pocas pulgas (Demián Bichir). Y, claro, no será una noche cualquiera: el encierro y una sospecha despiertan la paranoia en algunos de estos personajes, la cual se justificará luego de la manera más sangrienta.
¿Qué podemos decir de "Los 8 Más Odiados"? Sobre todo, que es una buena película, que exuda "tarantinismo" en cada uno de sus fotogramas. Pero, nobleza obliga, que es una película con más de un punto en contra.
A ver, que se entienda: es casi imposible que Tarantino haga una mala película, y este octavo film es otra muestra de ello. Pero, sin dudas, "Los 8..." es una de las menos sólidas de su excelente filmografía.
¿Cuáles son sus falencias? En primer lugar, su longitud. Si bien los diálogos y la forma de contar de Quentin siempre son destacables (y esta vez tampoco son la excepción), para una película situada un 80% en una misma locación, sus más de tres horas de duración se sienten. Uno puede disfrutar cada uno de sus segundos (sobre todo, si es fanático del realizador), pero da la sensación de que lo mismo podría haberse contado en bastante menos tiempo. En segundo lugar, su plot point, el cual falla en algún punto (valga la redundancia). El incidente tras el cual la trama toma la dirección que derivará en su final (que no contaremos para evitar "spoilers") no se entiende del todo bien, ni se explica demasiado. Lo que pasa después se comprende (y justifica) perfectamente, pero su disparador no es claro, y eso conspira con el resultado final. Y en tercer y último lugar, el abuso de "autorreferencialidad". Si bien puede decirse que Tarantino siempre inundó sus películas de referencias a films tanto ajenos (sobre todo) como propias -y que hizo de la referencia una marca personal que el espectador espera-, en esta ocasión las similitudes con "Perros de la Calle", su primer opus, son muchas, evidentes y hasta llegan a descolocar un poco. No las explicitaremos, pero quienes recuerden aquel grandioso debut las identificarán tanto en la propia trama como en varios planos.
No obstante, y más allá de lo expuesto, todo lo bueno y distintivo de lo mejor del director vuelve a decir presente: la belleza estética, el montaje inteligente y creativo, la increíble música (esta vez a cargo del legendario Ennio Morricone), el exquisito soundtrack, las ideas y decisiones jugadas (y a veces polémicas y provocadoras), los impecables, interesantes y divertidos diálogos, los excelentes personajes construidos por actuaciones de igual tenor... En fin, como ya dijimos, es casi imposible que Tarantino haga una mala película, y "Los 8 Más Odiados" no rompe esa máxima. Eso sí: sus fanáticos la disfrutarán mucho más.