El western más personal de Quentin Tarantino
Luego de mezclar todas sus influencias en la despareja y excesiva "Django sin cadenas", que ya desde el título, era un poco obvia, finalmente Tarantino logró un western personal, capaz de combinar homenajes a films clásicos y de culto sin que las referencias interfieran con su genuino sello personal.
La idea básica parece salida de un spaghetti western de los años 70, pero en realidad es totalmente original. En medio de un paisaje helado, y con una tempestad de nieve en los talones, una diligencia es interceptada por un hombre negro con tres cadáveres. Es un exsoldado yanqui convertido en cazador de recompensas que se quedó sin caballos en su camino a cobrar su botín en el pueblo más cercano, Red Rock. Lo casualidad hace que en la diligencia esté viajando otro cazador de recompensas, que lleva una mujer extremadamente desagradable (Jennifer Jason Leigh) por la que espera cobrar diez mil dólares.
Los dos bounty hunters se conocen y respetan mutuamente. Los diferencia el estilo con el que ejecutan su profesión: Samuel L. Jackson prefiere evitarse problemas vigilando facinerosos, así que siempre escoge la primera parte de la premisa "vivo o muerto". En cambio, Kurt Russell se divierte llevándolos vivos, así puede disfrutar al verlos colgados en el patíbulo. El hecho de que su prisionera sea una mujer no cambia las cosas, sobre todo dadas las antipáticas características del personaje.
Ante la inminencia de la tempestad de nieve, los pasajeros de la diligencia deben guarecerse en la última posta en el camino antes del pueblo, en este caso, una especie de almacén de ramos generales, la mercería de Minnie. Pero antes de llegar a la parada, otras personas se siguen agregando a la diligencia, incluyendo un excéntrico inglés y un tipo sin muchas luces que afirma ser el nuevo sheriff de Red Rock.
Como en policiales clásicos como "El bosque petrificado" o "Key Largo", finalmente los odiosos del título quedan encerrados en lo de Minnie. A la mezcla general de personajes hay que agregar a un ex general sureño (Bruce Dern) famoso por negarse a tomar prisioneros entre los soldados negros.
El cazador de recompensas afroamericano, conocido por intercambiar cartas con el difunto presidente Lincoln, obviamente tiene que cobrarse una deuda con el militar racista, pero en realidad casi todos están paranoicos, dado que probablemente alguno de los que se agregaron al grupo de viajeros en realidad sea un miembro de la pandilla de criminales liderada por la señorita Domergue. El personaje de Jennifer Jason Leigh (con apellido homenaje a la actriz Faith Domergue, que abandonó a Howard Hughes para casarse con Hugo Fregonese) supera todo lo que esta gran actriz haya hecho antes, eso a pesar de que en películas de culto como "Last Exit to Brooklyn" debía soportar la furia amatoria de cientos de marineros. Por otro lado, Kurt Russell parece salido directamente de "Enigma de otro mundo" ("The Thing"), de John Carpenter, y justamente la paranoia de los personajes demuestra cómo el western es el gran género que puede aportar cualquier tipo de homenaje cinéfilo.
Por supuesto también hay referencias al western, y el paisaje nevado y la música de Morricone -excepcional, muy al estilo de "La batalla de Argelia"- parecen apuntar a "El gran silencio", de Sergio Corbucci, por ejemplo.
Pero el gran protagonista de este delirante, excéntrico y original western es el formato de pantalla ancha Ultra Panavisión 70 (la misma lente que se usó en "Ben Hur"), que en manos de Tarantino y el eximio cinematographer Robert Richardson se convierte en un tour de force de composiciones y puestas en escena extraordinarias..
Sí o sí, "Los 8 más odiados" es un film de culto que debe ser apreciado en cine, tanto por la estética como por el clima intimista y opresivo que consigue que una de vaqueros tenga elementos del cine de terror y hasta de los más sutiles dramas rusos de Nikita Mijalkov.