Feos, sucios y malos.
Las controversias que desencadenan las propuestas de Quentin Tarantino al momento de estrenarse se volvieron una costumbre mediática, especialmente cuando los manierismos independientes de Tarantino pasaron a transformarse en producciones monumentales que incrementasen sus ambiciones. Sus detractores consideran que la estructura narrativa de sus historias (personajes dialogando sobre cuestiones superficiales y condimentados con violencia) terminaron implementando estrategias sensacionalistas que ignoraban los contenidos (el compilado de referencias que presentaba Kill Bill abandonaba la instancia clasicista del director para aventurarse en los subgéneros).
Actualmente las repercusiones se desprenden del revisionismo que Tarantino viene barajando respecto a determinados acontecimientos históricos (especialmente la esclavitud en Django sin Cadenas). Estos personajes, distanciados de los criminales que compuso durante los noventa, supieron convertirse en justicieros carismáticos (el feminismo que despertaba para vengarse, la resistencia de los cinéfilos frente a los fascistas, el esclavo que le disparaba al aristócrata). El conflicto político de Los 8 más Odiados revuelve las diferencias ideológicas posteriores a la proclamación de la enmienda constitucional que liberó a los negros, una temática constante en la filmografía de Tarantino.
La historia, situada en Wyoming un tiempo después de que finalizara la Guerra Civil, presenta una diligencia que se dirige al pueblo de Red Rock. En su interior se encuentra el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell), quien transporta como prisionera a la asesina Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), para que sea condenada y ahorcada. En el camino se suman como pasajeros el Mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson) y el supuesto Sheriff Chris Mannix (Walton Goggins). A consecuencia de una tormenta de nieve, los pasajeros deberán refugiarse en la Mercería de Minnie, donde conocen a cuatro sospechosos, los secundarios Demián Bichir, Tim Roth, Michael Madsen y Bruce Dern. Aparentemente alguno o varios de ellos estarían conspirando para liberar a Domergue.
El tratamiento aplicado por Tarantino se condiciona con un estilismo de aspecto carpenteriano (ambientes cerrados y paranoia individualista), cambiando el blaxploitation por Ennio Morricone y conjugando el spaghetti western de Sergio Corbucci con las misteriosas investigaciones de Agatha Christie. La narrativa transparenta las diferencias sociales que le preocupan a Tarantino (tomemos como ejemplo las relaciones interraciales en Triple Traición), manifestando un sincericidio sobre las confrontaciones que soportan los afroamericanos en la sociedad estadounidense (concepto establecido mediante las indirectas entre los personajes que interpretan Jackson y Goggins).
En Los 8 más Odiados el humor es la característica determinante, presente en las sobreactuaciones que terminan convirtiendo a los implicados en caricaturas (seguramente buscarán acusarlo de misoginia involuntaria a consecuencia del slapstick recreado por Leigh). Lamentablemente los mayores aciertos de la película (la comicidad entre Ruth y Domergue, el monólogo de Warren, la secuencia de apertura y las composiciones de Morricone) sufren algunos altibajos (un Madsen desaprovechado y la resolución del conflicto), pero la propuesta finalmente consigue imponerse, respaldada por los discursos caprichosos de Tarantino que constantemente provocan al avispero del celuloide.