Del mismo barro
Una de las facetas que más se está poniendo en evidencia en éste magnifico director es la propia autorreferencia, no sólo a su producción sino simultáneamente a su propia persona.
En su sexto filme, “Bastardos sin gloria” (2009), casi de manera elocuente, graciosa, y con la posibilidad de varias lecturas, el teniente Aldo Raine, personaje interpretado por Brad Pitt, al marcar una cruz esvástica en la frente del nazi más odiado, en ese filme obvio, el coronel Hans Landa, papel jugado por Christoph Waltz, dice a cámara “es mi obra maestra”. Posiblemente esa realización sea su nivel más alto alcanzado desde todo punto de vista, la producción, lo narrativo, lo formal, lo estético, lo dialógico, y lo constitutivo de los personajes. Esa última referencia, leída como netamente personal, producía humor.
Ahora bien, “Los 8 más odiados”, que es en realidad su octava obra, ¿podría entenderse como una clara alusión a su producción vista desde la academia de Hollywood? La gran meca del cine nunca le entrego un premio como director, ni mejor película, dos veces fue galardonado como guionista, por “Pulp Fiction” (1994) y “Django encadenado” (2012).
En esta ocasión se puede visualizar mucho de sus filmes anteriores, principalmente “Perros de la calle” (1992), pero sin dejar sus homenajes a sus antecesores como John Ford con “La diligencia” (1939), o Clint Eastwood y “Los Imperdonables” (1992), entre otros tantos.
Desde otras variables de consideración éste ultimo opus del director de “Jackie Brown” (1997) tiene mucho de tratar de combinar, y lo hace de manera astuta con varios géneros que le son familiares: el western con la inmejorable ayuda de Ennio Morricone en la música, el relato de intriga policial al modo Agatha Christie, el invalorable aporte estético de Robert Richardson en la dirección de fotografía. Pues la mayor parte del metraje transcurre en una cabaña asolada por la peor tormenta de nieve de los últimos tiempos, en tanto que la historia es desarrollada varios años después de la guerra civil, en la cual varios personajes quedan atrapados por designios de la naturaleza, encerrados sin poder escapar, y hay un asesino, o más, entre ellos. ¿La duda esta planteada?
La propuesta tanto estética como desde su estructura narrativa, emplazada en capítulos nominales, en principio podría tildarse al menos de curiosa, y demuestra que hay bastante talento como para que todo esto no sea una burda imitación de si mismo ni de otros directores, dejando en claro que es Tarantino al ciento por ciento
La narración comienza con la imagen de una diligencia atravesando las ventosas llanuras de Wyoming. Sus pasajeros son el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su prisionera Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), quienes viajan camino del pueblo de Red Rock donde Ruth, conocido en esas tierras como "El Verdugo”, llevará a Domergue a la justicia para ser ahorcada.
En el camino se encontrarán con dos extraños: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un ex soldado negro de la unión transformado en otro cazarrecompensas, con algunas diferencias entre ambos, el primero se regodea de cómo otro mata a su presa, el segundo los mata él, es más seguro, sin riesgos, y Chris Mannix (Walton Goggins), un soldado del sur que dice ser el nuevo Sheriff del pueblo al que se dirigen.
Amenazados por una tormenta, Ruth, Domergue, Warren y Mannix buscan refugio en la mercería de Minnie. Al llegar se encuentran con Bob (Demian Bichir), un mexicano que se encarga del negocio mientras Minnie se ausenta para cuida a su madre, Oswaldo Mobray (Tim Roth), un verdugo que viaja a Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen), y el general confederado Sandy Smithers (Bruce Dern). A medida que la tormenta arrecia en el exterior, los problemas de convivencia y desconfianza lo hacen dentro del refugio entre los presentes.
La película fue filmada en 70 mm, lo que podría entenderse como una puesta en juego de las preferencias de Tarantino, en contraposición de la era digital que va fagocitando, más por cuestiones de costos que artísticas, al viejo y amado celuloide.
Esa elección hace que la forma en que expone los espacios abiertos, los exteriores en lugares reales, apartados de cualquier vestigio de civilización y en el pleno crudo invierno, presentando que la historia sea, en principio y fotográficamente, impresionante, las imágenes son majestuosas, subyugan.
Luego en los siguientes capítulos casi todo se reducirá a ese espacio cerrado, casi claustrofóbico, pero con una magistral puesta en escena y movimientos de cámara que hacen que sus casi tres horas de duración no se noten, sumado esto a los diálogos, las actuaciones, donde un great team haga dificultoso destacar a uno sobre otro, pero en lista de preferencia Bruce Dern, sin moverse de su sillón da una clase de actuación, lo siguen Samuel L. Jackson, Tim Roth y Jennifer Jason Leigth, cada cual en lo suyo. El resto del elenco cumple acabadamente con su misión de soporte de la historia.
Nadie se salva de la mirada escéptica sobre la raza humana que tiene el director, en realidad los 8 más odiados podrían ser más, esos personajes laterales que casi no aparecen en el relato como la mismísima Minnie, la negra dueña del refugio, que odia más a los mexicanos que a los perros, cuyas presencias están prohibidas dentro del lugar. Entonces ya serían 9 los odiados, sino sumamos al “Dulce Dave”, el caficio del marido de Minnie, un misógino explotador, y así sucesivamente podríamos ver que todos los personajes tienen su lugar oscuro más a flor de piel de lo que aparenta.
El punto es que esto está sólo puesto en función de progresión dramática y reconstituyendo algo del orden de lo verosímil del relato, no tiene otra función. Pero para ser tarantinesca de manera completa, no podía faltar el regodeo por lo sanguinario, casi al mejor estilo gore, con cabezas volando por el aire o explotando manchando no sólo la lente de la cámara sino también al espectador en la sala de cine, por momentos pareciera que injustificadamente, salvo que sea un guiño a sus fanáticos seguidores.
Todo suma.
(*) Realizada por Robert Altman, en 1971.