La sensibilidad
En Los adioses (Des Adieux, 2014), la realizadora canadiense Carole Laganière se sumerge en las entrañas de una casa que alberga enfermos terminales de cáncer para que vivan sus últimos días.
La Casa Michel-Sarrazin, ubicada en la ciudad de Québec, en Canadá, es una residencia para enfermos terminales que los hospeda para que puedan pasar sus últimos días con la mejor calidad de vida posible. Es totalmente gratuita y el promedio de permanencia antes de morir no supera las tres semanas.
De por sí un tema de estas características es un golpe bajo, por lo que evitar caer en el efectismo no es tarea fácil. Pero Laganiere hace el mayor esfuerzo para evitarlo y lo logra. No hay un regodeo de la muerte sino que se dedica a retratar esos últimos momentos de belleza que les regalará la vida. Y que la Casa Michel-Sarrazin garantiza por su estructura, decoración y atención alejada de lo que podría ser cualquier hospital o clínica, tanto de acá como de cualquier parte del mundo.
La cámara de la directora observa la rutina de cada uno de los residentes de la casona (tanto pacientes como personal). Los ve comer, encontrarse con familiares, descansar, tomar sol, bañarse y hacerse preguntas que carecen de respuestas. Lo hace retratando gestos, palabras, pequeños movimientos o siendo voyeur de una intimidad perdida.
Resulta difícil hablar del cáncer en el cine y más aún que el espectador quiera ver una película sobre este tema. Pese a eso, Laganiere asume riesgos y logra un documental sensible pero no lacrimógeno, bellamente fotografiado por Franca González pero no por eso abyecto, y lleno de vida pese a que hable de la muerte.