Papeles, papeles y más papeles
A diferencia de lo que uno podría prejuzgar de una premisa como la que propone Los adoptantes, de Daniel Gimelberg, que cuenta con las actuaciones de Diego Gentile y Rafael Spregelburd en roles protagónicos y un conjunto de secundarios que no desentonan, la tentación del estereotipo y el lugar común estaba muy presente. No simplemente por tratarse del derrotero de una pareja gay que busca adoptar un bebé en la penosa calesita burocrática del sistema de adopción argentino, sino por “bucear” en la superficie con una historia de amor, con la crisis de pareja posterior y claro está la recuperación de lo importante.
De inmediato, tras el festejo de un cumpleaños y ese pedido incómodo por parte del entorno de la formalización del matrimonio, tanto este conductor televisivo interpretado por Diego Gentile como su pareja, en la piel de Rafael Spregelburd, un ingeniero agrónomo un tanto parco y poco expresivo, surge el primer conflicto que tiene que ver con el deseo de formar una familia homoparental. Los tiempos entre uno y otro no son compatibles y desde ese momento hasta bien entrada la aventura de la adopción son síntomas de desgaste y crisis en la propia pareja.
Sin embargo, Los adoptantes no huye hacia terrenos fáciles y se sumerge en el drama existencial de Martín y Leonardo. Martín debe coexistir con su personaje televisivo, mantener el show, sus tics, compartir su intimidad con el público y no traicionar esos códigos del rating que debe sostener pese a su ética individual; mientras que en el caso específico de Leonardo debe en primer término conectarse con su propia historia de adopción, con la búsqueda de identidad y padres biológicos tras remover algunas piedras en el camino de los sentimientos y así saber realmente de qué se trata la aventura de la familia y la paternidad.
La dosis de humor y melodrama es equilibrada aunque resulta tal vez innecesaria la subtrama que encuentra en el histrionismo de Florencia Peña un mayor caudal de humor pero que para el tono del film queda sumamente forzado. No ocurre lo mismo cuando se trata de abordar a la familia de Martín, el retrueque entre su hermana y su madre no tiene desperdicios.
Así las cosas, Los adoptantes es una película que supera la liviandad habitual de este tipo de propuestas y además expresa sin bajadas de línea estériles una realidad pocas veces explotada por el cine argentino sin dejar de lado el pedido expreso y urgente de una resolución política ante la burocracia de un sistema donde lo que menos importa es el deseo genuino de querer formar una familia, entre papeles, papeles y más papeles.