Las historias de amor no pertenecen sólo a Hollywood o a las telenovelas. Son algo universal y el cine siempre se ha valido de ellas.
Los amantes indigentes, este documental dirigido por Pablo Oliverio, empieza con distintas imágenes de la ciudad de Buenos Aires hasta acercarse a sus dos protagonistas. Lo hace desde lejos viendo la situación en la que están y luego se va acercando. En esos primeros minutos no hay diálogos, sólo el ruido ensordecedor de la calle y la gente que pasa indiferente ante ellos. No es casualidad que se muestra la calle en la que ocurre esto y que sea de Zona Norte.
Y así la cámara se dedica a seguir a esta pareja, mostrándolos tal cual son. No hay un juicio en la forma en la que actúan, ni tampoco hay prejuicio. Hay amor en esa pareja, en gestos simples como el estar abrazados en el suelo en medio de la noche. Alejados de un mundo al que no pueden acceder, ellos van por la calle viendo a la gente comer, viendo los carteles que están pegados en los postes de luz. Quieren todo eso que ven porque están golpeados por constantes mensajes, algo que remite a la famosa They live (1988) de John Carpenter y esa mítica escena en que el protagonista ve lo que dicen realmente los mensajes que hay en la calle. Acá es aún más explícito.
Ellos son los sin nombre que deambulan por toda la calle y sirven también de paso para que su director se enfoque en lo que rodea al argentino, algo que está tan interiorizado que no se le presta atención. Verlos a ellos dos es vernos a nosotros. Nos incomoda porque es la verdad.
Aunque también después de pasados los primeros 20 minutos, este documental flaquea. Su duración por más corta que sea no amerita que se alargue tanto. Su tema se agota rápidamente y tampoco es algo que no se haya visto antes, de hecho la primera imagen que retrotrae es (y salvando las distancias) la de Policías en acción, aquel programa que mostraba el lado oscuro de Argentina desde el punto de vista de la policía y que en el fondo se regodeaba en todo aquello, alimentando la mala imagen sobre las clases bajas. En Los amantes indigentes es distinto y eso se agradece, ya que la mirada es de ternura y amor para con la gente que realmente se lo merece.