Humor y tibieza a miles de pies de altura
Pedro Almodóvar vuelve a la comedia en esta película de delirantes personajes que se desarrolla adentro de un avión. Simpática y desenfrenada por momentos pero contenida por el guión, no logra hacer equilibrio en el ritmo.
Está bien que Almodóvar haya retornado a la comedia luego de las zonas oscuras que transitara en Hable con ella y Los abrazos rotos y a la definitiva mutación de la carne en las perversas y terminales imágenes de La piel que habito. Mas aun, el mismo director había declarado que, luego de aquella maravillosa y turbia resurrección de la piel de hace un par de años, necesitaba retornar a la ligereza genérica y al festival del desparpajo de antaño. El retorno es bienvenido, pero los resultados son discutibles, por lo menos, en el tono que Almodóvar elige para contar Los amantes pasajeros.
Película de encierro, que casi en su totalidad transcurre en un avión que se dirige a México, el nuevo Almodóvar –toda una marca de fábrica o cartel de neón– propone un doble desafío al espectador. Por un lado, comparar su nuevo film con aquellos desbordes de sexo, drogas y libertad de hace tres décadas (Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón; Laberinto de pasiones, Entre tinieblas) cuando España se movía con la música de Alaska y los Pegamoides y el travestismo del dúo Almodóver & McNamara. Por otra parte, volver a comparar y recaer en Mujeres al borde de un ataque de nervios, comedia más sofisticada que aquellas y primero de los catálogos para todo público del realizador manchego (el otro, años después, sería Todo sobre mi madre, ganadora del Oscar).
Los amantes pasajeros, agradable, simpática, desenfrenada pero controlada por el guión, con pronunciadas caídas de ritmo y momentos en que el metraje se hace extenso, queda encerrada entre los dos ítems anteriores. No es sucia y desprolija como los films iniciales ni correcta y casi perfecta en lo suyo como aquella película de fines de los '80. Los personajes se presentan en el avión a través de pequeños trazos y pocos matices. Por un lado, están los tres "azafatos" que tendrán su momento de gloria cuando bailen un clásico de The Pointer Sisters. A ese trío –acaso lo mejor del film– se le suman otras criaturas, como la relectura de ex chica Almodóvar que interpreta Cecilia Roth, ahora cínica y pedante; los miedos y premoniciones que comunica Lola Dueñas, quien desea probar y ver cómo es tener sexo en el avión; una pareja de recién casados, y otros ocupantes que poco agregan como personajes, más allá de pertenecer a la clásica fauna del cineasta. Ocasionalmente, al principio de la historia, cuando aparecen Banderas y Penélope Cruz, y luego un breve segmento sin gracia con Paz Vega de protagonista, la cámara sale del avión. Pero más que nada son "cameos elegantes" que sólo restan a este tibio recreo donde la celebración en sí misma se impone al posterior desarrollo de la fiesta. «