Cuesta mucho no hablar bien de un genio como Almodóvar pero lamentablemente de vez en cuando hay que hacerlo y esta será la ocasión.
El retrasado estreno de Los amantes pasajeros no sirvió para mitigar las malas referencias que se podían escuchar sobre el film sino más bien reafirmarlas.
El galardonado director español presenta un trabajo que retrocede unos cuantos casilleros en su carrera y que ni por asomo se asemeja a las joyas que estuvo haciendo en los últimos diez años.
Lo original y perturbante de la Piel que habito (2011), lo nostálgico de Volver (2006) y la emoción de Hable con ella (2002) no se encuentran ni en un fotograma de esta producción a pesar de mantener una clara “identidad Almodóvar” en los diálogos y en el reparto.
Gay confeso desde la primera hora y militante por la igualdad de derechos, Almodóvar supo transmitir transgresiones al respecto en sus films estrenados en los 80s y principio de los 90s y si Los amantes pasajeros se hubiese estrenado en 1982 seguida de Laberinto de pasiones casi con seguridad que hubiera roto unos cuantos moldes y generado más de una controversia, pero en el año 2013 lejos se encuentra de ello y más bien atrasa.
Pero al margen de este tema, tampoco termina de funcionar como comedia con la excepción de un pintoresco número musical en el medio de la cinta.
La trama está demasiado estirada y los diferentes conflictos de los protagonistas se pierden. Sin embargo de los actores no se puede hablar mal. Pese a lo estereotipados que se encuentran, Javier Cámara, Antonio de la Torre, Carlos Areces y Raúl Arévalo hacen un buen trabajo y tienen mucha química entre ellos.
Lo mismo sucede con Cecilia Roth, aunque no llega a sobresalir. ¿Antonio Banderas y Penélope Cruz? No se dejen engañar por el poster porque sólo aparecen dos minutos en un breve cameo que sirve de disparador del conflicto central de la historia.
En síntesis, Los amantes pasajeros ofrece un entretenimiento muy fugaz que sólo logra arrancar un par de sonrisas y hacer desear que para su próxima película Almodóvar vuelva al pedestal que le corresponde.