“Dos Amantes y una Familia”.
“Ya no es mágico el mundo, te han dejado”… ”Hoy solo tienes la fiel memoria y los desiertos días”. “1964” Jorge Luis Borges.
El año va llegando a su fin y por suerte se estrena una de las mejores películas del año.
James Gray, hacedor de la excelente “Los Dueños de la Noche” dejó en su cuarta película su afición por los thrillers y las mafias, para internarse en un drama intimista y romántico.
Todo comienza con un intento de suicidio. Leonard (el exquisito Joaquin Phoenix) es bipolar y no parece encajar en su retorno a la casa familiar luego de su fallido intento de matrimonio. Fotógrafo, sensible y divertido; tiene todo el aspecto de un chico en un cuerpo de alguien que ya dejó ser adolescente hacer rato.
Su familia es parte de la comunidad judía de Brooklyn. Leonard ayuda en el negocio familiar pero no parece importarle demasiado, como así tampoco la necesidad de su padre de vender la empresa con él incluido. Ese posible comprador tiene una hija, Sandra (Vinessa Shaw), que será la primera de las dos amantes, tal el título original “Two Lovers”. La otra, Michelle (Gwyneth Paltrow) una vecina tan bella como conflictuada que en un principio lo busca como confidente y amigo.
Así como los rubros técnicos, la cuidada banda sonora y los roles secundarios son impecables, el marco familiar y su construcción detallada son un protagonista más. James Gray declaró: “Lo que me atrae de las familias es su capacidad de contención emocional, que va de la mano de un enorme potencial de destrucción”.
El marco Brighton Beach en Brooklyn, en la afueras de Nueva York, que de tan fea termina siendo linda –según las palabras del propio director– da con el tono perfecto de la melancolía que envuelve a la película, ayudada por ese mar que en otoño cuenta con esa desolación que tiene las playas y las ramblas.
Dicen que lo que un actor nunca debe hacer es mirar a cámara, para no perder esa cierta magia que brinda el cine con respecto a poder ser un voyeur que mira sin ser mirado. Pero es de destacar los dos precisos momentos en que Gray decide que Michelle primero y Leonard en el final miren por un instante a cámara. Indagan de esa manera al espectador en dos de los momentos claves de “Los amantes”.
El final reserva, cual un cuento de Raymond Carver, una posibilidad redentora. Hasta en el momento más oscuro existe la posibilidad –pese a lo conservador– de una salida.