Los amores de Charlotte es un dramedy adolescente canadiense, el segundo largometraje dirigido por la actriz Sophie Lorain, ganador del premio al mejor guion en Canadian Screen Awards (2019).
La película cuenta la historia de Charlotte y sus dos amigas: Megan, la anarquista que no cree en el amor y Auben, tímida y romántica. Un día, al pasar por una juguetería, descubren el atractivo de sus empleades y deciden pedir trabajo en ese negocio, que contrata estudiantes para las vacaciones. Charlotte, que recientemente se ha separado de su novio, decide explorar allí su libertad y su sexualidad, pero al recibir puntaje perfecto en un juego creado por sus compañeres, comienza a preguntarse si no ha ido demasiado lejos.
Desde el inicio, el film nos plantea un registro intimista donde las subjetividades de sus personajes irán desdoblando la trama dentro del umbral entre lo íntimo y lo público a lo largo de la historia. Pues en su secuencia de apertura, la directora nos presenta a les personajes con una cámara fija que tomará el rol de espejo como objeto del espacio representado, siendo esta la pieza fundamental para construir el tono y cosmos de Charlotte, su protagonista.
Resulta que este espejo está dentro de un sex-shop, en donde las amigas juegan y se prueban indumentaria sexual mientras mantienen una charla íntima dentro de un marco de “no lugar” (que vendría a ser el local), por lo tanto la temática principal del film, ya sea desde el discurso como desde la puesta, ahondará entre lo privado y lo público, sin olvidarse del espectador, como testigo silencioso que, al ser interpelado desde esa privacidad, pone miradas ajenas por sobre una perspectiva intima haciéndolo público y convirtiéndolo en un todo.
La trama nos presenta las difusas líneas que se conforman entre el sexo y la amistad durante la adolescencia, desarrollándose principalmente a través de Charlotte, quien viajará por los diferentes estadios del deseo, comenzando por la liberación post ruptura, pasando por la censura y llegando a la aceptación. Invitándonos a reflexionar sobre la liberación sexual femenina y su consiguiente mirada patriarcal, señalando siempre la no aceptación de los placeres en las mujeres, desafiando así a los roles de género impuestos, y generando a su vez una crítica a dichos juzgamientos naturalizados de forma sistemática que recaen por sobre las cuerpas de las adolescentes, en este caso, quienes sufren tan sólo ser a causa de la mirada de las otredades del deber ser.
Claro es el ejemplo del título en inglés de este film, Slut in a Good Way, donde claramente se naturaliza la negatividad ante el placer femenino, mientras que sigue sosteniendo una mirada que atrasa, muy distante al mensaje que intenta entregar su directora.