Sin maquillaje, empoderadas
Hay series que no deben pasar al cine o por lo menos convendría dejar intacta esa mística. Ejemplos sobran, Los ángeles de Charlie, franquicia que ya fuese manoseada por un director que firmaba como McG, protagonizada por Cameron Diaz, Lucy Liu y Drew Barrymore había dado sus hurras en una segunda y lamentable entrega donde Demi Moore intentaba concebir una villana. Pero en épocas de refritos y comida chatarra, que encuentra la excusa perfecta para someter a la dinámica de la mediocridad hollywoodense conceptos modernos como el empoderamiento, no podía dejarse el negocio y rescatar la franquicia.
La encargada de semejante despropósito no es otra que la simpática actriz ahora devenida productora y directora Elizabeth Banks, quien además se reserva en su propia película un rol fundamental y presenta una renovada pero no por ello novedosa o creativa mirada sobre las famosas chicas de Charlie. Elenco nuevo, barre bien: la crepuscular Kristen Stewart y dos chicas más, Ella Balinska y Naomi Scott, quienes seguramente a partir de este disparate de acción, humor y griterío, cobren mayores salarios en esto de la “igualdad” tan imperante en Hollywood.
Premisa sencilla donde todo gira en torno a un dispositivo que en manos de los malos hace daño y en manos de los buenos puede revolucionar el campo de la energía. El humor a partir del equívoco y alguna que otra torpeza de uno de los personajes que llega como convidada de piedra al festín de gadgets, ropa cara y glamour, despiertan alguna movilidad en el rictus. El resto apenas alcanza para el valor de una entrada en pantalla grande y con un suculento alimento para pasar el rato. Si no la digestión va a ser lenta y dolorosa.