En un pueblo ubicado en lo profundo de la provincia de Buenos Aires que tiene pocos habitantes, donde la mayoría de las calles son de tierra, los perros ladran por doquier, hay muchas casas abandonadas y el calor agobia durante los días de carnaval. La película narra tres historias en paralelo sobre los sufrimientos y padecimientos de los protagonistas.
Esta ópera prima de Luciana Piantanida nos sumerge en la realidad anodina de la Gringa (Jimena Anganuzzi) y Moré (Agustín Rittano), un matrimonio que atiende un restaurante, a quienes el aburrimiento y el hastío dominan en sus vidas, como sucede en todo pueblo en el que no pasa nada, pero que al final pasan más cosas de lo que parece. Por un lado, llega al lugar un visitante raro, Tania (Jorge Prado), que viene con lo puesto, sin equipaje, cuya motivación es buscar a su mujer, y que va a dormir en una pieza de la casa de la pareja. Por otro lado, un vecino como Jafa (Alberto Suarez), quien lucha contra la burocracia para hacer el papelerío sobre la defunción de su mujer a la que perdió en un accidente.
Alrededor de la Gringa giran las otras historias, donde cada uno de ellos sufren pérdidas, pero en vez de quedarse en casa deprimidos tratan de resolver los problemas a su manera, como puedan.
Los relatos transcurre lentos, cansinos, lo que por momentos se vuelve incómodo y exaspera.
Los silencios predominan en esta obra, las acciones y no acciones están por encima de los diálogos. Las imágenes retratadas por la directora son oníricas, hay momentos que no sabemos si lo que transitan los personajes son reales o sueños recargados por el calor, el aburrimiento, la quietud de vez en cuando quebrada por ruidos extraños demasiados notorios que se vuelven molestos, al igual que la repetición de planos de las puertas que tienen vidrios repartidos y que los personajes quieren ver través de ellos.
Las actuaciones están medidas, acotadas, no hay grandilocuencias en concordancia con el ritmo interno que le impuso Luciana Piantanida a su realización, por lo que exige estar mucha más atento a lo que no se dice que a lo que si se dice.