Pueblo chico...
Como toda película independiente, Los ausentes se caracteriza por un relato escaso de acción. Con escenas largas e interminables, la película busca lograr una atmósfera llena de drama e intriga, tanto en el tempo de la historia como en su escenografía y vestuario.
Desafortunadamente, la narrativa está delimitada por una iluminación pobre y poco atractiva. Oscura en la mayoría de sus escenas, busca exacerbar lo dramático de la historia. Contrariamente, esto únicamente logra generar que las escenas y locaciones sean difíciles de distinguir y apreciar.
Esta iluminación, mezclada con un uso incesante de escenas tomadas a través de distintos tipos de aberturas (ya sean ventanas o puertas), no incitan dudas e intrigas. Más bien genera en el espectador un sentimiento de molestia, dado que el uso de ese tipo de tomas se vuelve repetitivo a lo largo de la historia.
En una hora y 35 minutos, se nos presentan a cuatro personajes, de los cuales dos nunca se nos dice el nombre. Se mueven a lo largo de la historia, interactuando entre sí pero casi sin emitir palabra. Como resultado, ciertas escenas llenas de dramatismo pierden impacto por su falta de interacción (tomemos por ejemplo la escena luego del hospital).
La falta de diálogo, que puede ser una gran fuente de drama y tensión, simplemente genera letargo y poco interés. Además, nos movemos a lo largo de la historia esperando entender qué hacen esos personajes en ese pueblo y solo conseguimos quedarnos con las dudas.
De este mismo modo, nos quedamos con más dudas que certezas sobre la relación de la gringa y su primo. Más allá del hecho de que son primos y están involucrados románticamente, una vez llegado el final no sabemos mucho más.
Básicamente, una película que busco un estilo personal y profundo, con poca historia y muchas dudas sin resolver.