Los estancados
Los ausentes (2014) nos introduce en una estructura narrativa onírica, donde la acción no sigue la lógica de causa-efecto del cine clásico sino que se desarrolla por asociaciones libres, de temáticas y formas estéticas. No por esto la ópera prima de Luciana Piantanida deja de ser narrativa, sino que los objetivos de sus personajes -anclados a un trauma interno que los aqueja- quedan fuera de plano. Los ausentes del título.
La película sucede en el pueblo Carlos Beguerie, Provincia de Buenos Aires, y sigue a tres personajes: la Gringa (Jimena Anganuzzi), una joven que regentea con su novio Moré (Agustín Rittano) un paradero en el desolado pueblo. La pareja empieza a disolverse tras perder un bebé. Tania (Jorge Prado) se comporta como un fugitivo al huir día tras día de su habitación para espiar desde un gallinero a la mujer que lo abandonó, y Jafa (Alberto Suárez), víctima de un accidente donde fallece su pareja cae preso de la burocracia municipal donde pretende cambiar de sepultura a su amada. Tenemos tres almas en pena, datos suficientes para un film que no se explaya en explicaciones de ningún tipo y tiende a generar un sórdido misterio entorno a lo que sucede.
La directora Luciana Piantanida, que forma parte de la productora Pensar con las manos junto a Francisco Márquez (La larga noche de Francisco Sanctis), Andrea Testa (Pibe chorro) y Maximiliano Schonfeld (La helada negra), realizadores de un cine complejo y comprometido, genera con Los ausentes un clima asfixiante donde el calor que agobia al pueblo somete a los personajes. Los colores y texturas de la puesta en escena ayudan a construir la idea de un no lugar, un espacio claustrofóbico detenido en el tiempo del cual los protagonistas no pueden escapar ni pueden verbalizar sus dramas. En este punto recuerda a Stalker, La Zona (1979) de Andrei Tarkovski, salvando las diferencias.
En la reiteración de situaciones, bajo esta angustia existencial, se avecina la llegada del carnaval, momento de celebración social que supone la liberación del espíritu, motivo para diagramar un plan y resolver al menos uno de los conflictos asociados a las pérdidas sufridas por cada personaje. En esa búsqueda interior quiénes se convierten en ausentes son la Gringa, Tania y Jafa, los protagonistas del relato. Ausentes de identidad ante la falta de poder exorcizar sus dolores, y condenados por ende a la repetitiva rutina sin fin, aquella que los agobia y obliga a convivir con sus demonios.
No estamos frente a una película de interpretaciones fáciles, mucho menos sencillas. La apuesta de la directora está en generar las condiciones para introducir al espectador en el clima de pesadilla que se palpa en ese pueblo fantasma. Por decisión o falta de claridad narrativa en Los ausentes se percibe más de lo que se dice y, en ese nivel sensorial, trasmite su discurso.