Sin gloria, pero...
El sueño americano. Sabemos muy bien, que ni bien cruzamos la frontera a los latinoamericanos ilegales nos tratan como basura en los Estados Unidos.
Lo pueden ver en Machete, acaso uno de los mejores estrenos del año, donde un mexicano que trabajaba para el FBI es traicionado y luego de ser expulsado del país de la libertad es tratado como un obrero mexicano más.
Machete se venga y Robert Rodríguez supo encontrar el tono perfecto para equilibrar la comedia policial clase B con la crítica política, irónica que caracteriza a su cine.
Sin embargo, del otro lado de la frontera, las cosas no se ven con tanto humor y Amat Escalante lo manifiesta en un relato lleno de ira, hecho principalmente para causar impresión visual que para dejar una reflexión acerca de la convivencia de estadounidenses y mexicanos ilegales en la frontera con una sólida narración.
Lo que sigue fue mi impresión del film cuando lo vi por única vez, dos años atrás el 23º Festival de Cine de Mar del Plata:
“Los Bastardos es la historia de dos inmigrantes ilegales en EEUU, buscando trabajo, Jesus y Fausto. Con un registro seudodocumental, realista, y actores no profesionales, el comienzo de la película es prometedor: denunciar el maltrato por parte de los gringos hacia los ilegales, la explotación laboral, e incluso relatos de abuso sexual. Sin embargo la trama deriva hacia un tono policial, cuando ambos protagonistas entran en la casa de suburbios de una madre soltera y su hijo adolescente. Lo que empieza como una visión mexicana de Fast Food Nation deriva en algo similar a una película de Gus Van Sant (especialemnte Elefante)por así decirlo. Planos fijos, largos de duración, parecen las razones por las que Carlos Reygadas apoyo este film. Sólidas interpretaciones, buena fotografía y sobretodo un final impactante y desesperanzador en lo que respecta al futuro de la relación entre ambas naciones hacen olvidar algunos baches narrativos”.
Dos años después no recuerdo tan precisamente el film, pero hay algunos puntos, que me gustaría resaltar
Primero, que si bien la historia es comparable (inclusive se la puede comparar a nivel visual) con Juegos Peligrosos (versión austríaca o USA) de Michael Haneke, el grado de solemnidad de la película de Escalante, y la falta de acidez son tales, que la pretenciosa obra de Haneke guarda demasiada distancia con esta pequeña película, que si bien tiene sus méritos, no alcanza para mantener la tensión del espectador.
En vez de generar un thriller a lo Haneke o similar a Horas Desesperadas (versiones de Wyler y Cimino), Escalante decide transformar el relato en un depresivo viaje donde la crítica a las drogas y la tecnología incrementan una serie de “golpes bajos” inncesarios.
Por último, el final es divertido, pero carece de lógica argumental. Para los que quedaron impresionados, recomiendo ver el excelente film de Claude Chabrol, La Ceremonia (1995), con la que guarda varios remanentes.
Particularmente, no recuerdo haber salido del Teatro Colón de Mar del Plata muy satisfecho con esta obra, y justifico los premios obtenidos con la misma varilla con la que justifico los premios que obtuvieron las películas de Alejandro Gonález Iñarritú: efectismo, culpa primermundista y moda.
Aún cuando el film tiene sus méritos visuales, climáticos e interpretativos, Los Bastardos es una obra contradictoria. Por un lado tiene una intención de ser honesta y conciliadora, a pesar de no poseer un final feliz. Pero por otro, termina siendo un poco xenófoba, mostrando a los mexicanos ilegales de manera salvaje y a los estadounidenses como ingenuos snobs drogadictos. Cuanto la película más trata de alejarse visualmente del modelo Hollywood, más se acerca a sus estereotipos, prejuicios y clisés de forma initencional.
Esta es la sensación que me dejó en su momento y que revivo cuando veo el trailer, fotos o leo algunas críticas.
Acaso, deberé verla de vuelta para justificar mi opinión.