Los Besos, el primer largometraje de la cordobesa Jazmín Carballo, tuvo su estreno mundial en el V Festival de Cine Independiente de Cosquín y retrata un “mientras tanto” en las vidas de un grupo de amigos, que también lo son en la vida real. Lisa (interpretada por la misma directora) se encuentra de casualidad en el aeropuerto con Jerónimo, un viejo amor. Y a partir de ese momento, la película que se había centrado en el ocio de verano de un grupo de amigos, comienza a retratar una gran lucha entre los sentimientos de ambos y sus acciones, donde lo no dicho adquiere un papel principal. La cámara sigue a Lisa y Jerónimo en una jornada de reencuentro en la que priman el silencio, las largas caminatas, la contemplación de paisajes, los juegos con agua y hasta un partido de básquet imaginario.
Se trata de una mirada de mucha sensibilidad que busca la belleza en cada fotograma, incrementada por el uso del blanco y negro, con planos que a primera vista pueden parecer desprolijos pero que en verdad están marcados por una intención de retratar la amistad, el amor, el ocio de una manera muy realista y con mucho humor. El realismo se expresa, por ejemplo, en la no presencia de sonidos ni música extradiegéticos, más allá de los momentos de “clip” donde suena Un día perfecto para el pez banana, una banda cordobesa conformada por los mismos actores y cuyas canciones son ejecutadas dentro de la ficción. La canción que improvisan hacia el final funciona como elemento aglutinador de toda la película, su letra parece decir lo que Lisa no puede: “podemos pasear, podemos jugar, pero dame el beso” y este grupo de amigos lo sabe y sabe reírse de eso.
El humor es introducido principalmente mediante una metareflexion acerca de las dificultades del cine independiente, representada en uno de los amigos que está filmando una película sobre un amor imposible entre un coreano y una chica occidental que interpretaría Lisa. Este tópico también lo encontramos en una frase de ella respondiendo al llamado de sus amigos: “Ahí va, no es el cine que empieza a horario”, haciendo referencia, quizá, al ritmo de la propia película de Carballo.
Más allá del uso poético de la cámara, que se refleja en la búsqueda de imágenes bellas, hay a la vez una puesta en evidencia del dispositivo cinematográfico mediante los movimientos bruscos de cámara y los cambios de foco dentro de una misma secuencia, un recurso frecuente en el cine independiente pero no por eso agotado. Los Besos, siguiendo la camada de películas cordobesas que han salido a buscar su público en estos últimos años, es una gran ópera prima que retrata a sus personajes con mucha delicadeza, belleza y humor, en todas sus contradicciones.