Los Boxtrolls

Crítica de Jonathan Santucho - Loco x el Cine

Monstruos, sombreros y queso.

Anunciando sus intenciones a partir de sus protagonistas, la tercera producción del estudio animado Laika se centra en el relato de un grupo de brillantes mecánicos oprimidos, genios de las tuercas que son forzados a adaptarse a la exterminación del progreso. Claro que, en Los Boxtrolls (The Boxtrolls, 2014), no estamos hablando de los solitarios grandes impulsores del stopmotion en el presente, sino de unas diminutas criaturas de encanto instantáneo, viviendo en las alcantarillas de un pueblo inglés de la época victoriana. Con cajas de mercadería cubriendo sus cuerpos azules y dándoles sus nombres según lo que hayan contenido (por ejemplo, Pez, o Zapato), los inventores de ojos saltones y lenguaje de murmuros pasan las noches robando cosas de la basura, y los días construyendo una sociedad subterránea que los acepte. El detalle de los personajes en las tres oraciones anteriores, así como el hechizo natural de la paciente animación nacida en plastilina, ya logran que sea imposible resistir la personalidad de la producción, incluso a pesar de las lagunas de lógica que plagan con diluir el entorno.

Todo parte con un tema, y con Laika se está volviendo bastante claro cual es… para todos sus proyectos. Tras mostrar a una chica aislada que entra a un mundo sobrenatural para lidiar con la ignorancia de sus despreocupados padres en Coraline y la Puerta Secreta, y enseñar a un chico ridiculizado que también tiene una conexión con lo fantástico como punto de partida para reconectarse con su aislada familia en ParaNorman, no es difícil imaginar el camino de Los Boxtrolls, aún cuando se basa en la novela ¡Tierra de monstruos!, de Alan Snow. Y, como se espera (lo cual no es una buena señal), nuestra historia esta vez se centra en Huevo, un niño con nombre (y caja) de boxtroll. Habiendo crecido en las alcantarillas por casi toda su vida, él no tiene idea de su verdadera identidad, ni de que su desaparición causó que la población arriba suyo se pusiera en contra de sus criaturas adoptivas. Con muchos de sus amigos desapareciendo por un exterminador con fines maquiavélicos, el joven será forzado a hacer su impacto en la superficie y develar la verdad, con la ayuda de Winnie, una malcriada fan morbosa de la situación.

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Presumiendo el usual look rico en su minuciosidad, el film es una clara muestra de amor, presente en la vida que da en las dos partes de su sociedad. Por un lado, está el pueblo de Cheesebridge, que como adelanta el nombre es una sociedad aristocrática basada en el amor al queso, y que da al equipo técnico la posibilidad de detallar una mirada casi obsesivo compulsiva de la época británica de principios del siglo XIX. Mientras tanto, el hogar de los boxtrolls es un baño de steampunk y asquerosidad, con una decoración de tuercas y tubos, una red de tuberías de transportación, un cosmos de bombillas y varios jardines de insectos gourmet. Es algo de esa particularidad, llevada a cabo con el villano (obsesionado con conseguir un preciado sombrero blanco y conversar con la élite sobre queso… a pesar de que es mortalmente alérgico), sus secuaces con dilemas existenciales, y el veloz funcionamiento del pueblo (que, en su idioma original, cuenta con las prohibidas en nuestro país voces de Ben Kingsley, Elle Fanning, Nick Frost, Richard Ayoade, Simon Pegg y más), que hacen que esta producción no tenga que envidiarle mucho al trabajo de Aardman o de Henry Selick.

Pero aún así, también hay cosas que tienen que aprender. Con los típicos mensajes sobre identidad, valor y discriminación presentes antes en la filmografía de Laika (así como en tantos films familiares) forzados algo vagamente, así como un humor que es más astuto que gracioso, el guión tiene una confusa estructura, y su simple conflicto se encierra en agujeros argumentales de los cuales sólo se escapa con estupidez y contradicción de los personajes, con la excusa de “si esto pasara, la película no duraría 96 minutos”. Pero con sus momentos básicos, Los Boxtrolls encuentra su alma entre los residuos.