Cajas y cajitas
La nueva película de los estudios Laika, los mismos que hicieron Coraline y ParaNorman, continúa el camino andado: una historia para chicos que no cae en la ternura fácil ni en la preciosidad marca Disney. Laika hace películas tomando como base una paleta de miedos de la infancia, revirtiendo sus sentidos, sin subestimar a sus espectadores ni dar por sentado que hay un candor absoluto en los niños de hoy.
Los boxtrolls, como indica el título, son en la historia una versión urbana de los tradicionales trolls, esos monstruos verdes y tradicionales de los cuentos anglosajones. Estos trolls se visten con cajas, viven en cavernas subterráneas y por las noches emergen a las calles de una ciudad victoriana y clasista, para buscar en la basura artefactos perdidos. Como cartoneros salidos de un cuento de los hermanos Grimm. Y si bien los mitos dicen que son seres malvados que devoran niños, lo cierto es que son inofensivos constructores. Entre ellos se crió un chico, como en las leyendas de los niños criados por lobos, y es el único humano que conoce la naturaleza pacífica de los trolls.
La historia se desarrolla cuando el chico descubre que, de hecho, es un humano y no un boxtroll, e intenta acercarse a los habitantes de esa ciudad, dividida entre los poderosos y los que menos tienen, marcada por la avaricia y la sed de poder, que no está simbolizado en el oro, sino en el queso. Sólo una elite come queso en la ciudad, mientras los demás están muy preocupados por la amenaza de los boxtrolls.
La historia, como dicta el manual de películas de animación, está plagada de alegorías sobre las diferencias de clase, el discurso de la seguridad atado al del miedo, las maneras de identificarse por lo que se es y no lo que se tiene. La animación es prodigiosa, marcada por trazos artesanales, personajes atractivos y un auténtico trabajo sobre la estética de todo el filme. Y más allá de la temática de los miedos infantiles (y los adultos, claro), el filme se permite jugar con lo deforme, lo asqueroso y lo tierno, en una especie de gore ATP y para niños.
Los boxtrolls es una película ideal para chicos no tan chicos (de más de 8 años) y si bien queda atrás al lado de Coraline, tiene una gran virtud: la de crear y sostener un universo propio, que no necesita hacer guiños a canciones de moda ni a gags simplones.