PERDIENDO LA FORMA
Cada tanto se impone esa idea (apolillada) de sobrevalorar humoristas que no usan malas palabras en su discurso cómico, lo que se conoce popularmente como “humor blanco”, como si la no recurrencia a groserías fuera un valor en sí mismo. Si miramos detenidamente, aquellos comediantes del cine que han logrado cierto consenso a su alrededor, son habitantes del universo del “humor blanco” o al menos no han caído reiteradamente en la escatología. Se podría rescatar a un tipo como John Waters, pero bien es cierto que bajo su figura se erige un aspecto contracultural, rupturista, que avala en cierta medida su nivel de ordinariez como una forma de la comedia política. Lo otro, el humor genital, escatológico, soez, enmarcado en el contexto de comedias que sostienen cierta idea de status quo social, es siempre condenado. Mike y Dave. Los busca novias es otra de esas películas que al trabajar sobre el terreno de lo grosero, impiden que su interesante reflexión sobre los roles femeninos y masculinos en la comedia contemporánea norteamericana sobresalga, y sólo se destaque su catarata de chistes estúpidos y ordinarios. Así de mal le ha ido con la crítica.
Hay en Mike y Dave. Los busca novias muchas ideas, algunas formales y otras temáticas. Entre las formales, se impone esa noción de diversión contra cierto orden establecido, a la que apelan una y otra vez por los personajes, en situaciones que se acumulan, pero también por la película misma. El film de Jake Szymanski elude la fluidez narrativa de la comedia mainstream clásica con una estructura fragmentaria (algo de esto intentaba con suerte dispar Adam Sandler en Son como niños), que se despreocupa del arco dramático y que incluso rompe en ocasiones con los típicos giros de caída y redención de los protagonistas: ahí tenemos el epílogo, donde la idea de pedido de disculpas de los hermanos Stangle (Zac Efron y Adam Devine, muy divertidos) es no sólo aumentado y exagerado, sino además satirizado desde adentro mismo del relato. Pero no estamos aquí ante un realizador que se preocupe demasiado en la forma, como pueden ser otros comediógrafos talentosos del presente como Nicholas Stoller, Adam McKay o Paul Feig, sino más bien ante un tipo que prefiere hiperbolizar el sentido y lo simbólico. Por eso que Mike y Dave. Los busca novias pueda resultar algo enmarañada y desprolija, y seguramente muy imperfecta.
Desde lo temático, lo interesante está dado en la composición de sus personajes. Los hermanos Stangle son instados a llevar al casamiento de su hermana a dos chicas presentables. Y ahí aparecen Tatiana (Aubrey Plaza) y Alice (una forzada Anna Kendrick). Si en la comedia -especialmente en la sexual- los personajes masculinos son los que tienen carretera libre para la mentira y la manipulación, aquí son ellas las que se abusan de la tontería y la ingenuidad de los muchachos. Y no hay en esto un simple reemplazo genérico (no se trata de chicas haciendo cosas de chicos), sino de una mirada moderna que saber que los roles y los espacios tradicionales que cada uno ocupa se han movilizado. En eso, Mike y Dave… se parece bastante a Damas en guerra. Con la diferencia de que si en aquella la mirada masculina estaba lateralizada y hasta puesta en un espacio off, aquí está centralizada y en constante fricción con lo femenino, lo que deja aún más en evidencia su dosis de patetismo y ridículo.
Los guionistas de Mike y Dave. Los busca novias son Andrew Jay Cohen y Brendan O’Brien, los mismos de las dos Buenos vecinos, detalle que no es para nada menor si observamos la manera en que en esa franquicia se deconstruyen los discursos de sus protagonistas masculinos, especialmente en la segunda parte donde el punto de vista femenino tomaba un importante primer plano. Hay aquí algo parecido, con la diferencia de que el film de Szymanski prefiere no verbalizar el asunto y ponerlo en movimiento, hacerlo material cinematográfico: aquí las chicas no sólo son las que la tienen más clara, sino las que modifican las acciones y hasta las que se solidarizan a pesar de las distancias iniciales que puedan existir entre ellas. Y su película brilla tanto en el humor verbal como en un par de secuencias de humor físico gloriosas (la escena del masaje, la del cuatriciclo), que evidencian también cierta violencia contenida que el humor salvaje ha demorado siempre hasta castrarse.
Y lo último para destacar es Efron, quien desde 17 otra vez ha venido abriéndose camino en la comedia, y que a partir de Buenos vecinos parece haber encontrado un lugar de privilegio y clarividencia cómica, incluso aprovechando su propio físico y hasta burlándose de su rol de sex-symbol adolescente que alguna vez ocupó. Claro, es un camino que definitivamente lo relegará de los premios, pero que como a Mike, Dave, Tatiana, Alice y esta comedia los llevará a la felicidad de hacer la que se les canta, siempre y a todo momento, y con perdón por las groserías.