Distinto zapato, misma piedra.
Las adaptaciones de los animé a los live action siempre estuvieron en el eje de la polémica, ejemplos sobran: Cowboy Bebop, Death Note o el fracaso de Dragon Ball Evolution que ni siquiera llega a película de culto.
El saber que se haría el live action de Los caballeros del Zodiaco me daba una buena vibra, porque esta vez Hollywood aprendería de los errores, con la productora Toei involucrada en la producción nada podía salir mal, y así empezaron a salir las imágenes y tráilers, todos alucinantes… Pero quedó en eso.
Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio (2023) cae en los mismos errores que todos los animés cuando Hollywood los agarra: occidentalizar la película cuando tiene un origen oriental, por el simple hecho de atraer a un público mayor.
Craso error con el fin de llenarse los bolsillos, que busca una re imaginación con elementos innecesarios que matan la personalidad de la serie original, buscando en cambio captar nuevas audiencias. Lo mismo que Dragon Ball Evolution. Obras que tienen muchos más fans que personas ajenas.
Nunca voy a entender como un grupo de cabecillas tiran millones para distorsionar tanto una obra y dar el visto bueno. ¿Acaso entre ellos no hay alguno que objete la cuestión?
Teníamos un gran atractivo visual, un Arata Mackenyu como Seiya que, a diferencia de Justin Chatwin como Goku, me generaba una gran expectativa por lo que pudiera hacer con el personaje, pero también tenemos a Famke Janssen totalmente desperdiciada como antagonista, alguien que presentaba la oportunidad de redimirse pero por desgracia esto no sucedió así.
No solo tenemos una villana olvidable que en ningún momento da la sensación de poder complicarle la vida al protagonista, sino que la historia en sí (pese a la premisa del héroe rebelde que es el “elegido”) en vez de hacer algo con ese formidable universo que propone la creación de Masami Kurumada, cae en los mismos clichés que mezclan cosas de películas ya vistas.
Repito: tenían cosas buenas para hacer, contaban con un buen casting, podían redimirse no solo de la maldición de los animés al ser adaptados a este formato o la bochornosa película CGI, pero en cambio tropezaron por enésima vez con la misma piedra.
Gracias por darnos una Dragon Ball Evolution 2.0.