Los créditos finales de Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio son tan largos que no queda más que preguntarse por qué si hay tantas personas detrás, entre técnicos, especialistas y artistas, ninguna fue capaz de advertir que estaban haciendo una película del montón, que no será recordada ni siquiera por el fan menos exigente del animé en el que está basada.
Este reinicio de los personajes creados por Masami Kurumada es una trillada película industrial de fórmula, sin nada novedoso, sin nada creativo, sin nada que se salga de lo ya hecho en piloto automático por grandes productoras, lo que a esta altura significa una falta de respeto total a su público, a quien lo subestima con peleas y personajes que parecen diseñados por un niño de jardín de infantes.
El filme dirigido por Tomasz Baginski y realizado por el estudio japonés Toei Animation, entre otros, incurre en todos los lugares comunes del género y mezcla la acción, la aventura y la fantasía sin demasiado éxito, además de contar con personajes superpoderosos que apenas se destacan por su destreza para las peleas, lo que la emparenta con las películas de superhéroes.
La historia se remonta a los tiempos en los que la diosa griega Athena cae a la Tierra y reencarna en un bebé para proteger a la humanidad de las fuerzas del mal. La niña se convierte en la joven Sienna (Madison Iseman), quien crece con sus padres adoptivos, Alman Kido (Sean Bean) y Guraad (Famke Janssen).
Sienna necesita encontrar a los guerreros que la protejan, sobre todo de Guraad, quien se convirtió en su enemiga número uno y quien quiere el “Cosmo”, ese poder que tienen los dioses y que solo algunos pocos guerreros lo poseen.
Por otro lado, está el joven luchador callejero (y huérfano) Seiya, interpretado por el actor japonés Mackenyu, quien demuestra una habilidad tremenda para las peleas en jaulas, y que tiene el Cosmo, al que descubrió cuando vivía con su hermana mayor, quien se encargaba de cuidarlo antes de que Guraad la secuestrara creyendo que era ella la que tenía la energía poderosa.
Alman, con la ayuda de su compañero Mylock (Mark Dacascos), encuentra a Seiya en una pelea con Cassios (Nick Stahl) y lo lleva a su isla para entrenarlo y para que proteja a Sienna, porque sabe que Seiya tiene el Cosmo y que es uno de los futuros Caballeros del Zodiaco. Seiya aprende a sacar su armadura (la armadura de Pegaso) y a manejar su energía interior con una guerrera enmascarada en una montaña donde se entrenan los guerreros.
Es muy difícil que los fanáticos de Los Caballeros del Zodiaco salgan contentos con este producto desangelado. El cine tiene la obligación de alejarse de la fórmula remanida e intentar algo nuevo, que no solo entretenga, sino que también aporte algo original a la tradición del género.
Hay algunas escenas con un gran despliegue de efectos especiales y un par de peleas que se disfrutan. Pero en general es una pieza cansadora, que pierde puntos en sus momentos dramáticos y, sobre todo, cuando coquetea con la historia romántica entre Seiya y Sienna.