Guy Ritchie pasó la última década dirigiendo películas para los grandes estudios, como por ejemplo Sherlock Holmes (2009), El Agente de C.I.P.O.L. (2015) y Aladdín (2019). Si bien las huellas de su estilo visual eran visibles aun cuando se trataran de proyectos por encargo, el cineasta británico ensaya un regreso (¿tardío?) a las fuentes con esta comedia de gangsters canchera y presumidamente cool.
El protagonista de Los caballeros es Mickey Pearson (Matthew McConaughey), un poderoso narcotraficante de marihuana norteamericano asentado en Inglaterra que piensa en retirarse para pasar más tiempo con su esposa. Su idea es vender el emporio a un comprador local (Jeremy Strong) a cambio de la nada despreciable suma de 400 millones de libras, pero la aparición de la banda encabezada por Rey George (Tom Wu) hará que las cosas no salgan como Mickey esperaba.
La acción tiene múltiples subtramas que incluyen idas y vueltas temporales, además de las inevitables revelaciones que constantemente pondrán en duda todo lo anterior y una galería de personajes tan superficiales como coloridos; como, por ejemplo, el entrenador a cargo de Colin Farrell, quien encabeza una banda de ladrones con intereses en el negocio de las plantas. Otros interesados en quedarse con una porción del botín son, entre otros, un investigador privado con aspiraciones de guionista (Hugh Grant) y el editor de un diario.
Debe reconocérsele a Ritchie el buen manejo de los hilos narrativos para que los personajes y sus historias no sean confusas. Historias que, tal como ocurría en Juegos, trampas y dos armas humeantes y Snatch: Cerdos y diamantes, las dos películas que lo volvieron conocido, no son demasiado profundas, dado que aquí importa más el lustre visual que el núcleo humano y el verosímil interno.
El resultado es un film atrapante y entretenido, por momentos gracioso y por otros excesivamente pícaro, en el que se luce un elenco repleto de grandes nombres, pero que también deja una sensación de cansancio, como si el británico aspirara a que los 20 años que separan a Los caballeros de sus primeras películas jamás hubieran existido.