Guy Ritchie Vuelve, a medias, a sus fuentes con Los caballeros; una aproximación a su cine de gánsteres modernos más similar a los orígenes en su temática que en su estilo. El talentoso elenco es fundamental para que la experiencia sea positiva.
“Le haré una oferta que no podrá rechazar”, una de las frases más famosas de la historia del cine, que aplicaría a la perfección, y no sería raro escuchar, dentro de Los caballeros. Primero porque el nuevo film de Guy Ritchie entremezcla el manejo de la mafia inglesa con el negocio del mundo del cine al que ve como una oportunidad y una pata más. Segundo, porque podría ser un guiño a la propia historia del director.
Desde su debut en 1998 con Juegos, trampas, y dos armas humeantes; Ritchie había construido una sólida filmografía con sellos muy personales; de esos que con tan sólo ver diez minutos de película ya podemos intuir quién la dirige. Sí, en 2002 le dio el gusto a su mujer por ese entonces, Madonna, de dirigirla en una disparatada (y subvalorada) remake de Insólito destino; pero por el esto, fueron diez años en los que dirigió cuatro películas que bien podrían formar un solo bloque.
Pero a todo cerdo le llega su San Martín, y como ni Revolver, ni RocknRolla tuvieron buena respuesta, él también recibió una oferta irrechazable. El siguiente paso fue una seguidilla de tanques para los grandes estudios, impersonales (por supuesto), y con suerte dispar.
Ahora estrena Los caballeros, y de alguna forma podemos decir que sus fans lo tienen de vuelta.
Muchos de sus elementos están presentes, quizás más en el tono de Snatch, cerdos y diamantes que en el de Juegos, trampas, y dos armas humeantes; y eso es lo que los hace sentir cómodos. Pero también hay mucho que no, en donde se lo siente establecido, más tradicional, y en la búsqueda de un público más amplio ¿Un híbrido entre el Ritchie de los inicios y el de los tanques?
Lo primero que notamos es cierto caos narrativo que nos llevará a perdernos, sobre todo en los primeros tramos de la película. Un juego de muchos personajes, mucho diálogo ligero, ritmo precipitado, y una línea de tiempo cambiante gracias al juego de flashbacks y relato por parte de uno de los personajes. Todo esto lo veíamos ya en el cine clásico de Ritchie, y acá está especialmente incrementado, casi a modo de querer capturar la atención del fan.
Fletcher (Hugh Grant) es un detective privado y guionista amateur, bastante patético, que se reúne con Raymond (Charlie Hunnam), mano derecha y encargado de los negocios sucios de Mickey (Matthew McConaughey), un magnate del narcotráfico estadounidense, establecido hace años en Inglaterra.
Mickey desea retirarse y venderle su lugar y estrategia a Berger (Jeremy Strong), para tener una vida tranquila junto a su esposa (Michelle Dockery). Pero Fletcher parece saber más de lo conveniente, y quiere aprovechar esto para chantajear a Raymond/Mickey, o hacer un guion con la historia y venderlo a la industria.
De hecho, lo que vemos es el relato del guion que Fletcher le relata a Raymond.
Hay más personajes, como George (Tom Wu), otro narco que quiere comprar el sector de Mickey de “malos modos”, y una banda de boxeadores asaltantes liderada por alguien que parece un Hooligan (Colin Farrell), que se meten en el negocio de Mickey.
Tramas, subtramas, un protagonismo muy dividido (sobre todo entre Grant, McConaughey, y Hunnam), muchas idas y vueltas.
Muchos de los diálogos son graciosos y tienen chispa, además de respirar ese aire cool que nos hace reconocerlo.
Pero por otro lado, visualmente, hay toques ausentes, y que estaban, aún en sus obras impersonales, como los ralentis, el flashforward, los planos contrapicados, el punto de vista de un arma, etc. También se distingue por una estética más elegante, fría, de colores opacos fuertes como el cuero; alejados del sucio ocre que también era su marca.
En este sentido, Los caballeros parece más un film del Matthew Vaughn de Kingsman, que algo del Ritchie posmoderno.
El tiempo no pasa en vano, y esta película huele a intento de pedir que no olvidemos quién es, luego del éxito taquillero muy reciente de Aladdin.
Da la sensación de que Ritchie está, nos saluda, pero que los años de tanques le pesan e hicieron mella, ablandándolo.
Por suerte, lo que sí está a punto, es el elenco, que así como muy numeroso, es también muy talentoso. Todos se manejan armoniosamente, con mucha química, entregando trabajos más que aceptables. En especial un Hugh Grant que se encuentra en una nueva etapa en la que se permite autoparodiarse.
Los caballeros es un intento de Guy Ritchie por capturar las viejas glorias, pero como aquel que descongeló algo y lo vuelve a congelar; en el proceso hay algo de frescura que se perdió. ¿Está mal? No, pero tampoco permite que digamos que es el plato más sabroso.