"Los caballeros", intento de Guy Ritchie de volver a sus raíces.
En un intento por retornar a sus orígenes, al cine indie, a la comedia ácida de Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes (1998) y Snatch: Cerdos y Diamantes (2000), el director inglés Guy Ritchie nos presenta Los caballeros. La historia gira en torno al norteamericano Mickey Pearson (Matthew McConaughey), dueño del altamente lucrativo imperio de marihuana en Inglaterra desde hace mucho tiempo, que decide vender su negocio a Matthew Berger (Jeremy Strong) por una cifra multimillonaria para retirarse y vivir tranquilo junto a su esposa Rosalind (Michelle Dockery). La trama se complica cuando aparece Dry Eye (Henry Golding), un sicario de la mafia china sumamente ambicioso y sanguinario, que hace lo imposible para apropiarse del dominio de Pearson. Esto desencadena una serie de complots, traiciones, chantajes, intrigas, sobornos, en los cuales interviene un grupo variopinto de personajes.
La narración se enmarca en el relato que Fletcher (Hugh Grant) –detective privado y aspirante a guionista cinematográfico- le realiza a Ray (Charlie Hunnam) –asistente de Pearson- respecto a lo que descubrió del rey de la droga con el fin de extorsionar tanto a Ray como a su jefe. Fletcher amenaza con pasarle la información que tiene de Pearson a Big Dave (Eddie Marsan), el editor de un importante diario que odia a Pearson. Este ir y venir continuamente al encuentro entre Fletcher y Ray le resta fuerza a la historia ya que así aparece mediada por la voz en off del primero. Sin duda, en este caso la voz en off constituye un obstáculo para el fluir normal de la narración.
El guion presenta falencias en relación a la construcción de los personajes. Algunos son muy endebles y desdibujados como el de Matthew Berger, y otros directamente caricaturescos e inverosímiles como el del Entrenador (Colin Farrell), líder de un grupo de boxeadores amateurs que sirven como una especie de fuerza de tareas. Hay subtramas como la de los jóvenes heroinómanos que no se justifican. Pareciera que se trató de sumar personajes y temas de forma atropellada como un intento de complejizar un guion que, en realidad, más que complejo es previsible y lineal, al margen de alguna ligera vuelta de tuerca.
La débil elaboración de los personajes impide que muchos actores se luzcan. Algunos están desaprovechados como el propio protagonista central Matthew McConaughey y Jeremy Strong. En tanto, Hugh Grant brinda una composición lograda de ese extorsionador pletórico de sarcasmo. También se destacan los trabajos de Charlie Hunnam y Henry Golding.
En suma, a pesar de un guion apenas correcto y predecible, esta comedia de gangsters se deja ver por resultar entretenida y ofrecer una dosis de humor y mordacidad así como alusiones cinéfilas divertidas. La intención de Ritchie de volver a sus raíces queda a mitad de camino. Su cine perdió la brillantez y la originalidad de antaño. Sin embargo, Los caballeros puede ser el comienzo de una nueva etapa en la cual consiga, de a poco, retomar la senda que lo reveló a fines de los 90 como un director talentoso y audaz.