Los Caballeros: Grato regreso de Ritchie a su terreno.
Guy Ritchie vuelve al cine de criminales con una atractiva propuesta que no decepciona y entretiene.
Si algo no se puede desconocer es que con todo y altibajos Guy Ritchie es un director con estilo. La narrativa de su cine combina la crudeza y humor negro de sus diálogos con una riqueza visual pletórica de cámaras lentas o choque de planos a gran velocidad, en ocasiones preocupado por ser detallista y explícito, en otras por los juegos de luces y la interpretación actoral. Éstas últimas se hacen evidentes tan solo iniciar Los Caballeros con la presencia de un hombre en las sombras con acento y voz particular que en principio no reconocemos pero resulta ser Hugh Grant en una maravillosa interpretación, paródica, casi irritante y verborrágica que funciona muy bien como hilo conductor de la historia que él mismo nos narra durante la película. Y con verborragia nos referimos a que Grant tuvo que memorizar cincuenta páginas de diálogos para este papel.
Pero retrocedamos unos segundos; la película seduce previamente con una voz en off y un asesinato. Las razones, los móviles y las consecuencias fluyen a través de nuestro narrador quien nos cuenta la historia del traficante de marihuana Mickey Pearson, interpretado por Matthew McConaughey, quien ha construido una operación de tráfico de cannabis en Gran Bretaña a un nivel industrial de manera metódica y casi indetectable; ahora Pearson desea vender su emporio pero la negociación con el comprador se dificultará cuando sea más de uno el pretendiente.
La película combina de manera efectiva los diálogos mordaces y un montaje soberbio con una colisión de planos vertiginosa; no en vano esta labor está a cargo de James Herbert, habitual en las cintas de Ritchie y editor de la maravillosa Al filo del mañana, película infravalorada a reivindicar. La indefinición no es precisamente una virtud cuando un director toma una decisión en torno al ritmo que debe llevar la historia pero esto no necesariamente es negativo si quien lo hace sabe moldearlo. Y esto en Los Caballeros funciona en buena parte de su metraje. Hay momentos de violencia contenida y otros de explícita; momentos de comedia pura y algunas pinceladas dramáticas; lo escatológico (a veces innecesario y gratuito) con lo sobrio; la sencillez con la hipérbole. Sin olvidar que Ritchie siempre tendrá una preferencia por los límites y sobrepasarlos si así lo quiere.
Otro aspecto a destacar son las actuaciones; al inicio mencionamos a Hugh Grant quien está de premio personificando a Fletcher, un periodista codicioso sin escrúpulos con hambre de narrativa hasta el punto de hacernos creer por momentos que todo lo que hemos visto no es más que una invención de su mente, algo con lo que Ritchie juega hasta el final confirmando la ambigüedad. McConaughey hace un papel correcto, entre la frialdad y el paroxismo sin sobreactuar demasiado; y quien hace de su esposa, Michelle Dockery, en los momentos que aparece brilla con una personalidad y belleza que seducen al espectador. Colin Farrell encarna un papel menor, pero no desentona en el resultado final.
Y si bien esta es una comedia muy disfrutable que en ocasiones roba carcajadas por algunas situaciones disparatadas, también es un pretexto para opinar de manera subrepticia sobre los excesos y la holgazanería de la aristocracia británica, dispuesta a lo que sea con tal de mantener el estatus social y estilo de vida cada vez más decadente cuánto más opulento. En ese sentido, en tiempos del Brexit, sobre el que se hacen algunos guiños críticos, Los Caballeros tal vez sin pretenderlo es más relevante de lo que aparenta.
Con todas sus virtudes, no podemos dejar de mencionar esa tendencia que tiene el cine de Ritchie y en general el cine contemporáneo a saturar de enredos el clímax de la historia para engañar al público en un twist que sorprenda y deje boquiabiertos a todos. Directores como Shyamalan se permiten hacerlo con una solvencia mucho mejor lograda entendiendo que la sorpresa también puede sobrevenir con la sencillez narrativa, sin abrir tantos arcos argumentales que saturen el desenlace.
Este vicio se vio en una película muy entretenida como Sherlock Holmes y, en menor medida, en esta. A pesar de ello, Los Caballeros es una propuesta más que interesante y un grato regreso de Richie al cine de criminales, muy cercano a Snatch, que vale la pena disfrutar en los cines y del que saldrás muy satisfecho.