En 2016 el cineasta Luciano Nacci viajó a Cuba para hacer una exploración documental sin un plan demasiado organizado de antemano. Llegado a La Habana con una cámara y un director de fotografía amigo, no tomó los caminos más esquemáticos para documentar. Por ejemplo, una de las primeras cosas que hizo fue ir al campo a descubrir la vida de los “guajiros”, incluyendo algunos ancianos que aún recuerdan la dictadura de Batista y lo distinta que fue su vida a partir de la revolución (también hay una opinión en contrario, de un entrevistado que prefirió no aparecer en cámara). Pero aunque la política se entrometa siempre en estos ”Caminos de Cuba”, su fuerte son las atractivas imágenes de paisajes urbanos o campestres, y las historias curiosas como las del entrenador de un equipo de béisbol, artistas plásticos, y sobre todo músicos callejeros, expertos en el “son” y el bolero, que narran cosas pintorescas y a veces divertidas, y en todos los casos genuinas. La fotografía y la calidad del sonido son excelentes, y lo más flojo son los no demasiado sustanciosos comentarios en off del director. Lo que no tiene desperdicio es la música que domina todo el film.