LOS CAMINOS POSIBLES DE LA REVOLUCIÓN
En Los caminos de Cuba, el director Luciano Nacci recorre territorio cubano, alejándose de las grandes ciudades, de los turistas y de las voces oficiales, para acercarse a los ciudadanos de aquella isla y prestarles la oreja para que aporten su mirada sobre la vida en el país. En un documental sin grandes pretensiones, ni formales ni temáticas (de hecho el director confiesa en voz en off que no tenía idea sobre qué se iba a encontrar), lo que sobresale es la honestidad de esas voces desprovistas de intereses, y que se alejan por propia impronta de los lugares comunes que se le suelen adosar a un territorio repleto de preconceptos como el cubano. Los caminos de Cuba, por lo tanto, termina bien lejos de la posibilidad del documental ilustrativo a lo Wikipedia.
Nacci toma su cámara y recorre Cuba, va de la ciudad al campo, para encontrarse con las típicas diferencias culturales que se dan entre los seres urbanizados y los que habitan el espacio rural. Los que viven en el campo se enorgullecen de la paz y la tranquilidad que encuentran en su hábitat, también de los beneficios que alcanzaron gracias a la Revolución, beneficios que son tanto materiales como políticos a partir de la tierra y de la propiedad. Los habitantes de la ciudad parecen resumirse para el documental en aquellos que se dedican a la música, los trovadores y los ejecutantes del son, de los ritmos callejeros que musicalizan los paseos por la tierra caribeña. Son personajes que transmiten una tradición, pero que además la piensan y la asumen: saben que aquello que hacen no se termina en ellos, sino que forma parte de una representación cultural que en su continuidad hace a la Historia. Pero en todos los casos lo que se observa es un sentido de pertenencia que se diferencia del nacionalismo tradicional en la forma en que la relación es más emocional que simbólica. Para Nacci lo de “los caminos” es no solo explícito por la forma en que recorre aquel territorio, sino metafórico en relación al destino que la isla imagina para sí misma según las decisiones que se van tomando.
Ahora bien, con todo esto Los caminos de Cuba no pasa de ser un fresco ameno al que le falta la mirada de un director atento reflexionar a partir de lo que las imágenes y los testimonios dejan entrever. Por momentos pareciera como que Nacci no se anima a decir algo concreto sobre Cuba, sabiendo de antemano las tensiones que existen entre posiciones políticas y posturas ideológicas diversas. Esa mirada que exigimos y que surge en un momento, seguramente el más interesante de todo el documental: Los caminos de Cuba es muy claro a la hora de construir su dispositivo narrativo, los testimonios siempre toman centralidad, es decir, lo que se oye pertenece a quien aparece en cuadro. Sin embargo en una escena, el hombre que se encuentra en plano no emite sonido mientras en off escuchamos a una mujer (¿su esposa?) destacando los logros de la Revolución. La interferencia que se da entre el discurso oral y el visual es una puesta en crisis más que interesante, y que revela las contradicciones que en ocasiones se dan en un espacio como el que representa Cuba. En esos momentos se nota la presencia de un director y de la capacidad del lenguaje cinematográfico para capturar algo que resuena más allá de los caminos que Nacci elige entre Los caminos (posibles) de Cuba.