Tras su consagratoria ópera prima, Ava (2017), la ascendente Léa Mysius prometía la Titane de este año, aunque en verdad las mayores semejanzas son con Zombi Child, de Bertrand Bonello, con una historia sobre la bisexualidad y lo problemática racial.
Adèle Exarchopoulos es Joanne, una instructora de natación en un pueblo cercano a los Alpes que tiene una encantadora hija negra, Vicky (Sally Dramé). El matrimonio con Jimmy (Moustapha Mbengue), un bombero de origen africano, está en plena crisis y marcado por las tragedias del pasado. El protagonismo es cada mayor en el caso de la pequeña Vicky, quien es víctima de bullying pero poco a poco empieza a manifestar poderes más que inquietantes.
Así, el film gira hacia una “zona Shyamalan” con algunos momentos visuales (la fotografía de Paul Guilhaume en 35mm es prodigiosa) y dramáticos logrados y otros en los que las excesivas pretensiones de la directora terminan conspirando contra el interés y la tensión. Una pena porque a Mysius (guionista de moda gracias a sus trabajos para Jacques Audiard, Arnaud Desplechin y Claire Denis) le sobran ideas y recursos, aunque aquí el resultado termina estando por debajo de las posibilidades y expectativas.