Hay una leve sensación de cuando algo se aleja de los cánones establecidos, cuando realiza algo distinto, cinematográficamente hablando, es bueno por definición. Pues bien esto no es así.
Este filme dividido en cinco cortometrajes, presenta gente hablando de distintos temas, pura palabra, que en muchos casos ronda por “pseudo” filosofía de café. El director, quien también aparece en los créditos como guionista, graba conversaciones de muchos personajes, la sensación es que entregó una idea directriz en cada segmento y el resto es pura improvisación.
Lo que si es una constante que atraviesa todos los segmentos, es la elección estética del blanco y negro, que agrega nada, una idea de cámara testigo articulada en planos fijos, mayormente enteros, lo que redunda en un montaje lineal, clásico, sin ninguna ruptura. El primero