Mirada retrospectiva a un Buenos Aires evocado entre mitos y realidades
Buenos Aires tuvo su época de gloria entre fines del 1800 y las primeras tres décadas del 1900. Cuando el poder económico del país era notorio, las construcciones se hacían con buen gusto y estilo porque la alta sociedad porteña miraba a París con admiración.
De acuerdo a las versiones que se manejaron en esos tiempos y que luego, investigadores e historiadores pudieron averiguar también, el director Luis Bernardez toma en cuenta esta versión y se vuelca de lleno en tratar este tema filmando una película que puede ser un documental, una ficción, o una mezcla de ambos, con un tratamiento narrativo y estético muy atractivo y original.
Todo comienza cuando una mujer francesa se atreve a hablar frente a una cámara, denunciando que la persiguen y está en peligro su vida. Ella permanece en la oscuridad para ocultar su cara y dice llamarse Suzanne (Andrée Leonet), es una periodista enviada desde Francia para investigar el pasado de una sociedad secreta porteña llamada “Los corroboradores”, que, según sus informes, para algunos es un mito, y para otros fueron reales. Ellos pertenecían a la elite de la ciudad y habían propuesto copiar ciertas edificaciones emblemáticas parisinas en Buenos Aires.
¿Será verdad, o sólo es una fábula lo que estamos viendo? Como un policial negro está narrado este film, donde la protagonista espera en vano encontrarse con un experto en el tema, Martín Dressler, que fue quién la convocó para hacer una nota sobre este caso, pero esta persona nunca aparece, sólo le deja mensajes en clave que ella tiene que desentrañar, recorriendo ciertos lugares capitalinos.
El director, para refrendar la historia que nos cuenta, alterna imágenes fotográficas, fílmicas, sonoras, de aquellos años, donde sobresalen los edificios, el glamour y la minoría aristocrática además, para hacerlo más creíble aún, entrevista a arqueólogos, sociólogos, historiadores y turistas.
Según el relato, funcionaban como una logia secreta que duró hasta 1929. Todos estos datos terminaron por obsesionar a la francesa, que necesitaba imperiosamente, ya no sólo por el medio en el que trabaja, sino también por ella misma y su orgullo malherido, concluir y redactar la crónica periodística por la cual fue enviada a nuestro país.
Quedará en la imaginación del espectador entender si lo que ve, es real. Porque el film procura transmitir una veracidad irrefutable, por medio de argumentos sólidos, locaciones históricas, con un manejo del clima y la calidad de imagen impecables, transfiriéndonos la angustia y el temor que sufre Suzanne, al estar tan cerca de correrle el velo a un gran secreto porteño, de cuando era llamada la “París del Plata”.