La quimera de una aristocracia indigente
El primer largometraje de Luis Bernárdez, renombrado asistente de dirección del cine argentino, es un thriller histórico construido como falso documental sobre una conspiración entre integrantes de las elites político ganaderas del Partido Autonomista Nacional (PAN), miembros del Jockey Club y sus émulos en Francia. Los Corroboradores (2017) utiliza como eje narrativo un mito porteño alrededor de la obsesión de la aristocracia argentina por la cultura parisina y particularmente por su arquitectura academicista, profusamente copiada en Buenos Aires por los responsables del denominado “fraude patriótico”, simulacro electoral que se organizó en Argentina hasta la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912.
A partir de la investigación de un experto en arquitectura y arte francés y guía turístico en Buenos Aires, una periodista francesa viaja a la Argentina para corroborar la información que el experto uruguayo radicado en Buenos Aires parece tener sobre una mítica sociedad secreta con fines poco transparentes denominada “Los Corroboradores”, que habría copiado diversos conocidos palacios franceses de estilo academicista en Buenos Aires entre 1889 y 1929, año de la desaparición repentina del grupo.
La película se desarrolla como una reconstrucción ficcional de la investigación de la periodista francesa, Suzanne, de las pistas dejadas por Martín Dressler, quien habría adquirido pruebas de la existencia de Los Corroboradores y de sus verdaderos planes, los cuales son revelados en el transcurso del film. El falso documental apócrifo también cuenta con entrevistas al sociólogo Carlos Altamirano, al historiador Gabriel Di Meglio, al arqueólogo Daniel Schávelzon, al crítico cultural Rafael Cippolini y al arquitecto Fabio Grementieri, con la intención de generar un halo de autenticidad sobre el fabulador pero plausible relato.
Así, a partir de la investigación y cruzando datos, Luis Bernárdez crea una historia de intrigas internacionales que involucra a Carlos Pellegrini, Julio Argentino Roca, Miguel Cané y todo su círculo íntimo del Jockey Club en una conspiración para separar Buenos Aires de la Argentina y anexarla a Francia con un enrevesado proyecto monárquico típico de los delirios megalomaníacos aristocráticos.
A lo largo del film aparecen los nombres de los arquitectos René Sergent y Le Corbusier y del renombrado artista de vaguardia Marcel Duchamp en un complot cuyo pináculo estaba preparado para el centenario de la Revolución de Mayo. Los Corroboradores construye una reinterpretación posible de diversos acontecimientos históricos como la semana trágica o el incendio del Jockey Club en 1953 para llegar a una conspiración aún más grande que involucra a un grupo chino que pretende construir su propia Arcadia sobre la tierra en Asia. Frases como “Buenos Aires no existe”, “el París del Plata” y los proyectos modernizadores de la ciudad de los negocios de Le Corbusier se mezclan con las similitudes de la arquitectura francesa en Buenos Aires y las torres de Puerto Madero en un limbo entre la utopía y la pretopía en la psiquis de hombres marcados por la simbología del busto bifronte de Jano, con una cara mirando a Buenos Aires y otra a París, pero renegando de sus orígenes y de su cultura, intentando sin éxito reaccionar ante las consecuencias del país que ellos mismos habían creado con su nepotismo, avaricia y su inopia humana.