La sal de los recuerdos
Las pinceladas dejadas por los recuerdos tiñen al lienzo de la memoria de otros colores, son esos cuadros a los que alude el título de este documental, dirigido por Arian Frank, y que toma como punto de referencia el espacio entre ruinas construido por la mano del hombre al tomar la despiadada decisión de desmantelar una fábrica, sustento de todo un pueblo en la colonia de Salinas Grandes, La Pampa.
Sus habitantes representan para el relato el testimonio viviente de lo que fuera una comunidad integrada por casi 600 personas, quienes llegaron al lugar, lo supieron integrar a sus vidas y aportaron todo su esfuerzo en el trabajo para una empresa que explotaba los salares y que, tras un conflicto con los trabajadores, comenzó a dar marcha atrás en el proyecto, y de la noche a la mañana todos se quedaron sin nada.
Las anécdotas brillan en los ojos de cada uno de los entrevistados, algunos ya mayores que, con sus añoranzas y paseos en diferentes puntos de ese pueblo fantasma, toman contacto con una época de felicidad y donde sembraron proyectos de familia, entre otras cosas.
El conflicto gremial es uno de los pilares de Los cuadros al sol (2013), recupera recortes de diario del momento para avanzar hacia el contexto, pero también expresa de manera subyacente la solidaridad de todo un pueblo en una huelga devenida desobediencia civil, cuyo final implicó una negociación dispar entre los trabajadores y los dueños de la fábrica. Este choque de intereses anticipó la crónica de una muerte anunciada, cuando la decisión final de trasladar la empresa a 12 kilómetros, a la localidad de Macachín, significaba también el traslado de familias completas, muchas de las cuales debieron aceptar el desarraigo a regañadientes y de esa manera la postal de la desolación cobró vida.
La voz en off intercalada sobre el compendio de imágenes bellas, con un encuadre a veces pictórico, potencia la poética buscada por el realizador Arian Frank: representar la ausencia desde la presencia; desde esas voces que no callan el pasado a pesar del viento que parece llevárselo todo, inclusive la sal de los recuerdos.