Dos mundos opuestos
En su segunda película, el director austriaco afincado en Argentina Lukas Valenta Rinner (Parabellum, 2014) filma una tragicomedia sobre la sociedad actual y la lucha de clases. Los decentes (2016), vista en el 31 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, es una de las mejores aproximaciones cinematográficas al contradictorio mundo de los barrios cerrados y el afuera circundante que se les opone.
En la primera secuencia de Los decentes se nos presentan a varias mujeres en una especie de casting para conseguir un puesto de empleada doméstica en un country ubicado en las afueras de Buenos Aires. Minutos más tarde vemos a Belén (Iride Mockert), la ganadora, ingresando al lugar habitado por familias de una clase social alta y que en la película representarán a "los decentes". Pero para sorpresa de la nueva residente de ese espacio de apariencias y superficialidades al lado de la casa que habita hay una comunidad nudista, "los indecentes", por la que Belén se siente atraída y cercana.
El director trabaja desde la construcción de dos mundos opuestos. Por un lado la familia sanguinea a la que Belén sirve integrada por una madre superficial (Andrea Strenitz) y un hijo (Martín Shanly) con trastornos obsesivos. Mientras que por el otro lado hay una “familia” que pasa sus días desnuda al sol, trabajando el campo, leyendo poesía y disfrutando del sexo grupal. Los decentes e indecentes a los que el film hace referencia son la representación lisa y llana de dos extractos sociales bien definidos. Un country y un cerco que separa dos mundos: de ricos y de pobres. Los decentes es la construcción metafórica de una realidad, donde los barrios cerrados habitados por ricos se sienten protegidos de los pobres que, en la mayoría de los casos, se encuentra detrás del muro, viviendo con menos confort, mayor libertad y siendo prrovocados por un un mundo de ostentación donde lo banal predomina sobre los valores.
La tensión entre esos dos mundos existe pero es a partir del pedido de la expulsión de la comunidad nudista y la muerte accidental (o no) de uno de sus miembros que la guerra estalla. La indecencia (pobreza) debe ser erradicada de las cercanías porque para ellos representa la inseguridad, el peligro, lo que no quieren ver.
Rinner erige su obra sobre la lucha de clases y las relaciones humanas a través de situaciones absurdas trabajadas desde una metafórica realidad, que con un dispositivo técnico y narrativo, controlado hasta al más mínimo detalle, combina la acidez de un humor personal, libre de tabués y preconceptos, con una rigurosa puesta en escena construida a partir de la centralización de planos fijos.