Alexander Payne vuelve con otra mezcla entre road movie y película de crecimiento. Esta vez es George Clooney quien viaja en busca de madurez emocional. Su mujer comatosa lo deja a cargo de dos nenas, a las que nunca supo muy bien cómo criar, y de paso se entera que ella lo engañaba con otro. Payne hace gala, una vez más, de ese exquisito talento para armonizar desopilantes gags con situaciones emocionantes. Solo su habitual sarcasmo, exacerbado en algunas situaciones, resiente un poco a Los descendientes que, al mismo tiempo, precisaba alguna falla que le dé vida y ponga cierto humanismo en un film que da la sensación de estar demasiado calculado.