Película sin duda atípica, Los desechables recorre las aventuras de tres jóvenes que luchan para lograr una mejor posición económica. El film, interpretado por actores totalmente anónimos, comienza cuando cada uno de ellos muestra su faceta amorosa al lado de otras tantas mujeres algo absorbentes. A través de fragmentos, los protagonistas demuestran la fugacidad de esas relaciones, y luego el entramado se fija en la oficina en la que el jefe y ellos comenzarán una casi amistosa conversación que, poco a poco, irá subiendo de tono hasta convertirse en una discusión en la que cada uno de ellos tratará de superar al otro mediante diálogos en los que quedarán abiertas las puertas de sus ambiciones, de sus cansancios y de sus frustraciones.
El director Nicolás Savignone procuró convertir su film en un espejo de la problemática de la juventud de hoy, pero tropezó con el inconveniente de que su historia se aferra a lo teatral, lo que convierte al film, a pesar de su brevedad, en una constante suma de diálogos que explican, más que muestran, las desventuras de sus protagonistas. Poco más se puede decir de esta más que modesta producción que, no obstante, procura insertarse en los desafíos que la vida les impone a los jóvenes. El resultado queda a medias entre el interés de su realizador por poner al descubierto las inquietudes de sus protagonistas y de lograr una película distinta destinada, sin duda, a un público dispuesto a visionar un producto que, sin duda, tiene su interés en esa franja de espectadores que concurren al cine a descubrir algo distinto. Y Los desechables les permite esa pretensión.