Los desechables, opera prima de Nicolás Savignone, es una película dividida en cuatro episodios. Los tres primeros presentan a hombres que enfrentan una situación sentimental difícil. Y el final es un capítulo llamado “Purgatorio” en el que estos tres protagonistas, compañeros de trabajo, serán psicopateados por su jefe quién sostiene que uno de ellos le hizo perder millones a la compañía llevándola a la quiebra.
Como muchos filmes episódicos Los desechables es una película despareja. El primer segmento (“Fantasma”) es el más logrado. Allí se destaca una fantasmática presencia encarnada por la intérprete Mariela Finkelstein quien da muestras de solvencia actoral y naturalidad. El segundo (“Casa de huésped”) no presenta mayor complejidad narrativa y carece de interés, mientras que el tercero (“Medios elenco inestable”) expone buenas ideas pero no están logradas en parte por la pobreza de algunas interpretaciones, y en parte por cierta improvisación que se adivina en el guion.
Propuesta distinta, libre y profundamente independiente, Los deshechables carga con algunos lastres insoportables: una narratividad despareja, así como ciertas actuaciones, y una teatralidad desafortunada para el ámbito cinematográfico. Por otra parte, la decisión de que cada segmento transcurra en un espacio único configura un hándicap que este filme no logra sortear.
Por Fausto Nicolás Balbi
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