Un experimento mal terminado
Los desechables, nueva propuesta de las lides de la FUC, dirigida por Nicolás Savignone es un experimento mal resuelto que nace como parte de la extensión de un taller para actores a cargo de la actriz Andrea Garrote según palabras de su propio director para luego transitar en teoría desde una plataforma cinematográfica el diálogo entre cine y teatro que al juzgar por los resultados en pantalla más que diálogo parece un monólogo que apenas funciona como puntapié de experimentación en lo que a discurso y construcción de personajes se refiere.
Estructurada en capítulos o viñetas para transmitir una falsa independencia en los relatos que luego se transforma rápidamente y por cohesión dramática en una sola historia, la premisa central inquieta por dejar sembradas muchas preguntas que no obtienen respuesta tanto desde la acción como desde las actitudes de los personajes involucrados.
No hay que ser demasiado astuto para comprender que todo está librado a la improvisación y en ese nivel de improvisación se nota a las claras la mayor falencia por no saber dirigir a este grupo de actores Maida Andrenacci, Francisco Benvenuti, Miguel Bianchi, Mario Bodega, Ariel Bottor, Nacho Bozzolo, que logran hacer inverosímil la trama no por mérito propio o en busca de un registro surrealista sino por no encontrar matices al texto y a la actuación.
Los personajes se ven representados como la cara visible de un género y tal vez la búsqueda de la mixtura en el cambio de registro era una idea sólida e interesante pero aquí lamentablemente nunca llega a desarrollarse o a distinguirse, salvo en el segmento Elenco medio estable donde la ironía sobre la intelectualidad, el esnobismo y una subyacente crítica sobre el discurso acrítico surge de manera forzada y con poco vuelo creativo.
El título de Desechable remite desde una lectura apresurada a todo aquello que se descarta cuando la individualidad o el egoísmo vencen a un conjunto de valores donde entra en juego por ejemplo la ética en los negocios. También son desechables las personas cuando estorban en los planes o en las ambiciones personales, como es el caso de este grupo que trabaja en una empresa de la cual se ha filtrado información vital que pone en riesgo la continuidad de los negocios y para la cual debe existir un chivo expiatorio.
Así las cosas, traiciones, lealtades, secretos y mentiras se exponen de forma descarnada en un simbólico purgatorio para no llegar a ninguna parte porque no se partió de ninguna parte. No siempre los experimentos cinematográficos resultan atractivos para compartir con el público si es que no se tiene presente el código que los rige por encima de las aspiraciones o buenas intenciones de sus creadores y Los desechables a pesar de su irreverencia formal no aporta nada nuevo ni tampoco seduce con su aparente textura cinematográfica.