Llega a sala, la primera coproducción entre Angola y Argentina (producto de una propuesta de trabajo conjunto que se inició hace unos años) y debo reconocer que me sorprendió, no sólo por el gran despliegue de escenarios, personajes y nivel de realización técnica, sino por lo arriesgado de la propuesta desde lo temático. "Los Dioses del Agua" es una película sobre búsquedas. Está corporizada en la necesidad de encontrar el origen de la vida, pero a la vez, propone una aguda reflexión sobre los caminos que deben recorrerse para encontrar cualquier tipo de respuestas, en cualquier ámbito.
Pablo César en su quinto largometraje (siempre recordaremos su transgresora y compleja, "Fuego gris") y con ya varios rodajes en territorio africano en su haber, nos invita a un viaje particular, de nuestras tierras hacia el continente negro, donde radica, tal vez, la respuesta a una pregunta que todos los científicos siguen aún hoy haciendo,
Hermes (Juan Palomino) es un antropólogo argentino preocupado por la naturaleza y el origen de su existencia, que está preparando una obra de teatro donde cobren vida sus impresiones sobre este inicio de la vida en el planeta. Pero esta no es una puesta común, ya que Hermes estará unido al destino de varios compañeros de ruta, Oko (Onésimo De Carvalho), un joven angoleño estudiante que investiga sobre la llegada de habitantes de su tierra en el Río de la Plata en la época posterior a la colonia, y Ayelén (Charo Bogarin) actriz Qôm que trabaja en su obra teatral. Ellos, junto a Esteban (Boy Olmi), un egiptólogo quien tiene su propia teoría sobre el origen del hombre, serán los interlocutores de Hermes a la hora de plantearse como articular esa búsqueda interna y profunda que lo atraviesa.
Tanto es así que Hermes viaja a Angola atravesando el río Kwanza en la búsqueda de los sabios de tribus originarias de ese lugar, con la secreta esperanza de desentrañar el sentido de su búsqueda. ¿Podrá ser que el origen del mundo que conocemos esté relacionado a unos seres anfibios con un adn particular que habitaron ese territorio? César ha estudiado durante mucho tiempo sobre la cosmogonía del pueblo Dogón (hay un misterio detrás del conocimiento de este pueblo) inspirado en la obra de Marcel Griaule y conoce el terreno sobre el que proyecta su guión.
Esteban le pregunta a Hermes, mientras debaten sobre la posibidad de éxito de la misión: "¿no le gustaría ser el protagonista de un suceso extraordinario?". Esa es la línea de trabajo del film, la posibilidad latente de acceder a una novedosa explicación del origen del mundo y el viaje que representa pensar y transitar por las distintas etapas del camino.
Desde lo estratégico, sabemos que el rodaje fue complejo (fue filmada en 35mm con lentes anamórficos para transmitir profundidad y captar la belleza del paisaje, gran protagonista de la historia) y también somos concientes del esfuerzo del director y su equipo para ensamble a los productores de los dos países (en tres locaciones importantes y distantes) para encarar los distintos ámbitos de desarrollo. El resultado, sin embargo, es desparejo.
Hay en "Los Dioses del Agua" un profundo respeto por la construcción de la idea, pero extrañamente el film no logra alcanzar una atmósfera perceptible de intriga o drama existencial. Pareciera que los personajes principales no estructuran empatía con la audiencia, transitan por el paisaje con cierta determinación, pero sin el voltaje necesario para movilizar al espectador. Si bien Palomino es solvente como el antropólogo curioso, cuesta sostener el metraje si la emoción no eriza la piel en una búsqueda como esta. Hay un aire a film documental que recorre la última parte que tampoco le sienta a la realización.
Más allá de eso, debemos decir que "Los Dioses del Agua" es una historia poco convencional para nuestra filmografía y sólo por eso, ya hay que considerla transgresora y valiosa. Una apuesta personal para César enmarcada en un marco de relación entre dos países con lazos quizás más cercanos de lo que uno cree...