Un particular relato sobre una búsqueda.
Todos alguna vez nos hemos preguntado de dónde venimos. Cómo la humanidad llegó a ser lo que fue. Lo que para la mayoría es simplemente una pregunta a la cual nos acostumbramos no tenga ninguna respuesta, están aquellas personas que creen que hay una explicación y dedican toda su vida a encontrarla. Los Dioses de Agua cuenta la historia de uno de estos personajes.
En busca del origen
Los Dioses de Agua cuenta la historia de Hermés, un antropólogo fascinado por la evidencia que ciertas etnias africanas sobre el origen del hombre. Su búsqueda lo lleva desde Formosa hasta la mismísima Angola en un viaje de descubrimiento que trascenderá la simple curiosidad científica.
A pesar de lo esotérica que pueda ser en apariencia, el guión de Los Dioses de Agua tiene un objetivo concreto: una búsqueda, la de dos personajes, la de un Argentino en Angola, y la de un Angoleño en la Argentina, con la diferencia de que uno la realiza a un nivel particular y el otro a un nivel más universal, pero puede intuirse que más que dar una respuesta al mundo, buscan dársela a sí mismos.
Aunque la película sufre por un ritmo muy denso para su bien y posee un desenlace controversial por la tesis que propone, nunca traiciona su lógica, por rebuscada que esta pueda resultarle al espectador.
El ADN de una historia
Puede apreciarse que el peculiar esfuerzo de producción invertido en Los Dioses de Agua se ve reflejado en su propuesta visual. La película se vale de unas meditadas composiciones de cuadro en Cinemascope que no solo aprovecha lo vasto de los paisajes que resultan más favorecidos por el formato, sino que también produce interesantes resultados estéticos en las situaciones netamente dramáticas.
Por el costado actoral Juan Palomino y Boy Olmi entregan trabajos bien compuestos y decentes, con alguna que otra exageración, pero nada que afecte negativamente a la narración como un todo.
Conclusión
Los Dioses de Agua es una película de nicho y con suficientes virtudes estéticas. Si bien no es para todos los públicos, y tiene más cabida entre los asiduos a propuestas diferentes de lo que suele ofrecer la gran taquilla, debe destacarse las ganas –y el positivo saldo— del realizador de querer mostrarnos un mundo distinto y que querramos hacernos nuestras propias preguntas.