Encuentros cercanos del tipo no tan desconocido
Siempre nos preguntamos cuál será el origen de esa obsesión por parte de los seres de otros mundos con nuestro planeta, según lo planteado en todos los relatos de ciencia ficción creados por el séptimo arte. Y siempre a continuación nos preguntamos con igual nivel de intriga por qué sus objetivos suelen estar casi siempre dentro de los límites de los Estados Unidos.
Los elegidos (Dark Skies, 2013) nos cuenta la no tan típica historia de la familia Barret, esa típica familia americana que vive en el típico suburbio yanqui con el típico pasto verde, las típicas cercas blancas y las típicas banderitas de EEUU en la puerta de cada casa. La cuestión se pone tensa cuando los Barret empiezan a experimentar extrañas visitas de algo que podrían ser seres extraterrestres, o “los grises” (the greys) como los suelen llamar quienes manejan la jerga OVNI o aquellos que sean fans de Los Expedientes Secretos X (The X Files, 1993).
El director y guionista Scott Stewart ya nos ha traído previamente películas como Legión de Ángeles (Legion, 2010) y Priest: El vengador (Priest, 2011), por lo tanto no podemos decir que es un novicio en esto del cine Fantástico y de Ciencia Ficción. Y si hablamos de una producción que viene de la mano de los responsables de Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) y La noche del demonio (Insidious, 2010) podemos hacernos una idea bastante clara respecto de la dirección hacia la cual apunta la cuestión.
Scott Stewart se luce en la primera mitad del film cocinando a fuego lento todos los elementos que serán clave para el desarrollo de la trama, al punto tal que por momentos parecería que el elemento sobrenatural fuera una mera excusa para mostrarnos una interesante obra de suspenso, que también se sostiene con firmeza en las buenas actuaciones de Keri Russell y Josh Hamilton. Y aclaramos “la primera mitad” justamente porque promediando el segundo acto se suceden ciertos giros dramáticos y elementos argumentales que parecen apilarse unos sobre otros sin mucho sentido, e incluso algunos de ellos quedan abiertos de forma poco prolija.
Pero a pesar de un desenlace un tanto atropellado la película se las ingenia para mantenernos en vilo lo suficiente como darnos un buen par de buenos sustos, hasta encontrarnos con un final que –para bien o para mal- seguramente tomará a más de uno por sorpresa. ¡No dejen de mirar los cielos!