Estimados alienígenas:
Si de veras están dando vueltas por el cosmos buscando alguna civilización interesante que conquistar o siquiera espiar a modo experimental, les acercamos desde la tierra un pequeño consejo basado en nuestra vasta incursión en el cine de ciencia ficción. Sabemos cuán tentador ha de ser para ustedes intrusar en nuestras cocinas para acomodar nuestros utensilios en posiciones extrañas e imposibles, y cuan gracioso les debe resultar hacer que un centenar de pájaros choque contra nuestras ventanas llamando la atención de todo el vecindario, pero la verdad es que por aterrador que pueda llegar a parecerles el instintivo y efectista sobresalto que causan, poco útil les resultará. Si buscan algo simplemente tómenlo y ahórrenos el mal trago. Tampoco recomendamos que dejen a uno de los suyos pasar mucho tiempo entre los nuestros, sino pregúntenle a E.T. o inclusive a Alf, que pese a su simpatía a último momento ni los Tanner supieron ayudarlo.
La sugerencia es, finalmente, que si deciden venir a invadir, resultará mucho más divertido (inclusive para nosotros) que tomen el ejemplo de Spielberg u oigan los consejos de Roland Emmerich sobre cómo destrozar nuestros más importantes centros gubernamentales. Al fin y al cabo, destruir, explotar y someter a nuestros líderes les será mucho más eficiente que asustarnos con trucos baratos o posesiones esporádicas que no llevan a ningún lado.
Estimados alienígenas, si vienen, recuerden que ya hemos consumido mucho cine barato de terror sobre invasiones y que ya hemos sido asustados con los mejores y peores efectos especiales, ahora lo único que pedimos es que si nos invaden que sean un poco más originales.