Si hay un realizador del que me enamore de inmediato al ver su opera prima (In Brujes), es Martin McDonagh. Es por eso que sigo de cerca cualquier nuevo proyecto que tenga, como es el que hoy nos compete, The banshees of Inisherin. Veamos que salió de acá.
Vamos a la ficticia isla de Inisherin, donde a principio del siglo pasado, vemos como dos amigos se distancian por la decisión de uno de ellos. Este suceso tan banal, va a desatar una guerra declarada entre ambos, afectando a toda la comunidad.
La historia puede ser una tontería, más si tenemos en cuenta que The banshees of Inisherin dura casi dos horas. Y pese a que la trama se basa en puro dialogo y presentación de universo, al menos a quien le habla, esa duración casi no la sentí. Y no lo digo por estar cegado por mi fanatismo hacia el director; solo basta ver las nominaciones en la próxima edición de los Globos de Oro para darse cuenta que si estamos ante una buena película.
Como reza el dicho de “pueblo chico, infierno grande”, eso es lo que nos plantea McDonagh con su nueva película. A priori pareciera que nada pasa en Inisherin y que todos conforman una comunidad unida que trabaja, va a la iglesia, y por las noches se reúnen en el único pub que hay para cantar y charlar entre amigos. Nada más lejos de la realidad.
A medida que los personajes conversan (en apariencia de nada), vemos como es el funcionamiento interno de esta isla. Tenemos a la tendera chismosa, el policía violento, hasta incluso el tonto del pueblo. Y a nuestros protagonistas, dos hombres que pasaron los cuarenta hace tiempo, que al parecer eran buenos amigos de toda la vida hasta que uno se hartó del otro considerándolo aburrido. Seamos honestos, en la vida real, también nos molesta cuando perdemos una amistad, imagínense si eso se da en un lugar apartado de la civilización, con apenas unos mil habitantes.
Pero para que esto funcione, hay que hablar de la fotografía. Todo lo que se imaginan de una Irlanda antigua, se puede ver acá. Y no solo lo decimos por el irlandés mega cerrado que hablan todos, sino por las carretas, la iluminación a base de velas o lámparas de aceite, y como el no tener otra cosa que hacer más que pasarse el día en el pub tomando una cerveza (negra, obvio), criticando a otros habitantes de la región.
Para ir cerrando, el ultimo punto a destacar son las actuaciones. Si bien Colin Farrell es el principal, sobresalen Brendan Gleeson y en especial, Barry Keoghan en el rol del tonto del pueblo.
Martin McDonagh vuelve a demostrar que es de los realizadores más interesantes que hay actualmente en el medio. Si bien creo que no se va a llevar ningún Oscar, seria bueno ver esta película con algunas nominaciones en la próxima edición. Sería lo más justo.